En esta precaria situación económica que atraviesa Nuestro País, tres graves dolencias lo aquejan: La miseria del paro galopante, el malestar de los recortes a los más débiles y las quejas y penuria por tener que soportar una clase política inepta y corrupta, en su mayor parte. Este estado de miseria, quejas y sacrificios entristece de pena y llanto al español y, sobre todo, a los que a diario se ven sin trabajo y no tienen para comer.
Todos los organismos internacionales pronostican un muy duro futuro, muchas empresas preparan varios ERES, para reducir sus plantillas en los meses venideros y es que el paro cada día aumenta y no retrocede; la Ley Laboral, que dictó este Gobierno al entrar, debió venir a crear empleo no a destruirlo; el terrible y lastimoso paro, en este noviembre ha crecido en 74 mil más, dato desastroso y revelador de que el proceso de destrucción de empleo en la economía española no para de intensificarse en todo este año, según el Ministerio de Trabajo el paro registrado asciende a 4,9 millones, que supone una tasa del 26,9%, la cifra más alta de estos tiempos, que nos sitúa a la cabeza del paro en Europa; lo que significa que si no se da un milagro, se superará en este último trimestre, el tristísimo nivel de los seis millones de parados; aquí se vienen perdiendo unos tres mil empleos diarios desde finales de 2008; un auténtico desastre sin parangón en los países de nuestro alrededor; a esto se añade que las medidas de consolidación fiscal y la desaceleración en la Eurozona, más, el desplome de operaciones de compra-venta e inversión empresarial elevarán la tasa de paro. Casi tres millones de parados llevan más de un año buscando empleo; los desempleados de larga duración suponen ya más de la mitad del total. La tasa de parados de más de 55 años se ha cuadruplicado desde 2007. Licenciados universitarios están en paro o con sueldos de miseria; uno de cada cuatro no encuentra trabajo y se ven obligados a emigrar, antes fueron sus padres, hoy se nos van ellos.
Los recortes y la subida de impuestos indirectamente tienen a las clases más débiles acogotadas y sumidas en gran malestar; y mientras tanto, los políticos siguen cobrando sueldos millonarios sin habérselos disminuido o siquiera reducido, con sus dietas, asesores y otras mamandurrias. Y nos parecía, que, para Rajoy en su campaña electoral, las pensiones, sanidad y educación eran parcelas eminentemente blindadas e intocables. En España, 2.592.000 de familias, que componen 8.509.000 personas, se hallan bajo el umbral de la pobreza, lo que representa, el 26,2 % de los hogares; son una enorme cantidad de gente que tristemente han de penar en la búsqueda del pan de cada día. Los hogares con todos sus miembros en paro suman 1.737.900. En fin, para colmo, desdiciéndose una vez más, meten mano a las pensiones dejándolas sin revalorización, cuando ya se han reducido al perder su poder adquisitivo por la subida de impuestos. España está viviendo el tiempo más difícil de la crisis.
La clase política, bien instalada en su poltrona, no sirve al ciudadano, sino que se ha convertido en su problema; cada día saltan a la palestra nuevos casos de corrupción y muchos piensan que el dinero público es para quien lo coja. Esta casta de políticos no convence, por el contrario suscitan un gran rechazo generalizado, porque no es capaz de trabajar por el bien común, ni por la dedicación y el compromiso, porque se permite la injusticia y la indecencia y, en su ambición, han convertido la política en profesión; el interés y el bienestar de los ciudadanos no es su objetivo primordial. Se hace ciertamente preocupante la brecha distante que se ha producido entre el estamento político y la ciudadanía, en especial entre los jóvenes
No se puede soportar que bancos destrozados por la desastrosa gestión de unos políticos ambiciosos e inútiles se estén rescatando con dineros públicos; ni que se sigan dando miles de millones para sostener la ruina acarreada a Cataluña por Arturo Mas; que continúen los sindicatos recibiendo millones en subvenciones, para hacer sus huelgas y pasearse por Madrid. Continúa el derroche y el gasto superfluo, y se mantienen el boato y las competencias de las “autonosuyas”, cuyo presupuesto descomunal España no puede sostener; así como el innecesario y nocivo T. Constitucional, el Senado, las televisiones públicas y otras muchas cosas más que no crean más que miseria y penuria.
C.Mudarra