Título original: A Life in Four Chapters
Director: Paul Schrader
Guionistas: Leonard Schrader
Paul Schrader
Intérpretes: Ken Ogata
Kenji Sawada
Yasosuke Bando
Hiroshi Mikami
Masayuki Shionoya
Junya Fukuda
Productores: Tom Luddy
Mataichirô Yamamoto
Fotografía: John Bailey
Música: Philip Glass
Montaje: Michael Chandler
Tomoyo Oshima
Nacionalidad: Estados Unidos
Japón
Año: 1.985
Duración: 120 minutos
Edad: 13 años
Género: Biográfica, Drama
Distribuidora: Sherlock Films, S. L.
Estreno: 26-06-2.009
Página WEB: Web Oficial de la película en España
Web Oficial de la distribuidora en España
Tráiler de la película en YouTube
Calificación:
Crítica: 7,283 Espectadores: 7.845
Vizcaya: 6,524 Recaudación: 52.315,80 €
España: Puntos (Popularidad):
Rugoleor: Índice de popularidad:
Sinopsis:
“Mishima: una vida en cuatro capítulos” es un sensacional retrato-mosaico del consagrado autor y dramaturgo japonés Yukio Mishima. La película investiga la inquietud interior y las contradicciones de un hombre que trató de alcanzar una imposible armonía entre sí mismo, el arte y la sociedad. Esta obra maestra se sitúa en el último día de Mishima, cuando cometió un célebre seppuku en público el 25 de noviembre de 1.970, en el Cuartel General del Ejército, que conmocionó al mundo. El relato está salpicado de flashbacks para contar diversos episodios de su infancia, sus comienzos como escritor, el posterior triunfo profesional, su conversión como estrella mediática, las obsesiones por la belleza física y sus ambiguos gustos sexuales, así como la creación de la ‘Sociedad del Escudo’. Los diversos episodios (1. La belleza; 2. Arte; 3. Acción; 4. Armonía de la pluma y la espada) evocan asimismo estilizados fragmentos de sus obras de ficción más reputadas (El pabellón de oro, La casa de Kyoto y Caballos desbocados). Con la riqueza fotográfica de John Bailey, los exquisitos decorados y vestuario de Eiko Ishioka y la inolvidable y tan influyente banda sonora de Philip Glass (ganadores todos ellos del Premio a la Mejor Contribución Artística en el Festival de Cannes 1.985), “Mishima: una vida en cuatro capítulos” es un tributo a sus ideales y temáticas, así como un audaz trabajo de investigación sobre el arte en sí mismo.
Crítica:
30.06.2009 – ANTON MERIKAETXEBARRIA
Sacrificio de samurái
El 25 de noviembre de 1.970 un grupo de soldados tomó el cuartel general del Ejército del Este japonés. Su líder, Yukio Mishima, incitó a las tropas para que se unieran a ellos en su asalto al poder. Abucheado y humillado se retiró hacia una muerte ritual, el 'seppuku', clavándose una daga en el abdomen. Ésta es la biografía del mejor escritor japonés de la posguerra. Obsesionado por la belleza y distinguido por su carácter violento y excéntrico, Mishima fue uno de los escritores más marginados del mundo oriental, un personaje real que conmocionó al mundo con su espectacular suicidio, sí, pero también con sus maravillosos libros, incluidos ‘El marino que perdió la gracia del mar’, ‘Sed de amor’ o ‘Caballos desbocados’.
El director norteamericano Paul Schrader (“Hardcore, un mundo oculto”) muy impresionado por el genio de Mishima, realizó en 1.985 esta considerable película que ahora se reestrena con todos los honores, coproducida por Francis Ford Coppola y George Lucas. A lo largo de su metraje, el espectador se sumerge en el peculiar universo creativo del escritor nipón, fotografiado por John Bailey y banda sonora de Philip Glass, en un filme denso, por momentos irregular, pero siempre apasionante, que incluye una impactante secuencia sadomasoquista.
Al tiempo, Paul Schrader deja entrever la admiración que el personaje sentía por Elvis Presley; lo cual no debe de extrañarnos, habida cuenta del talento musical del 'Rey' y la singular vena artística del 'Samurái'. Entre artistas anda el juego, pues, en este exquisito retrato de un ser único, polémico y siempre a contracorriente, que abominaba del nuevo rumbo que tomaba la sociedad japonesa de su tiempo, en detrimento de las tradiciones japonesas más ancestrales. Un personaje y un filme, en definitiva, que trasciende la mera premisa argumental y se eleva, por encima de su profunda melancolía, a la zona del amor intemporal, vencedor del espacio y del tiempo.