La vida de Mariagna no ha sido en absoluto fácil. Se casó con un hombre inadecuado (quien se aficionó a la bebida y al juego, poniendo de esa forma en peligro la estabilidad doméstica, hasta el punto de que la mujer llegó a concebir ideas de suicidio) y no supo nunca lo que era la dicha. Pero después de su muerte ha tenido la fortuna de conocer a otra persona, más joven que ella: Silvestre, con quien ha contraído matrimonio. Cuando se alza el telón la encontramos sonriente y juguetona, porque la relación con su hija Mariagneta es magnífica y porque su nuevo esposo es dulce, atento y cómplice de su felicidad. Pero, sin que ella acierte a adivinar los problemas que va a causarle su decisión, ha decidido concertar una cita amorosa entre su hija y el joven Labast. Su intención no es otra que favorecer la boda entre ellos, que les proporcionen nietos y que, yéndose del hogar, les regalen más intimidad a los alborozados esposos. Mariagneta, furibunda, se revuelve contra esa idea. Y lo hace porque, en secreto, está enamorada de Silvestre; y cree que él podría llegar a corresponder a esos sentimientos.
Con esos ingredientes explosivos, el barcelonés Adrià Gual (1872-1943) pone ante nuestros ojos un drama que se irá enrareciendo conforme avancen sus páginas y comenzará a verse salpicado de emociones retenidas, peleas, rencores antiguos e incluso alguna muerte, que espesarán el ánimo de los protagonistas (y de los lectores) cuando se aproxime el final de la pieza. La combinación entre un joven desairado, un marido que se resiste a la infidelidad, una joven tentadora y una madre resignada produce efectos teatrales tan sugerentes que, por mucho que seamos capaces de verlos o intuirlos con antelación, conseguirán impresionarnos.
Misterio de dolor es una pieza breve y eficaz como una ampolla de cianuro.