A lo largo de la Historia se han desarrollado una serie de acontecimientos que, aún en nuestros días, siguen siendo una auténtica incógnita y que están aún lejos de poder resolverse. Iniciamos con este post una serie de artículos dedicados a dichos misterios, eso sí, con el tratamiento riguroso y serio que nos caracteriza; con la intención de entreteneros y quizás, nunca se sabe, daros pie a que aportéis una solución a alguno de ellos. Empezaremos hoy con un tema fascinante: el asesinato del general Prim.
Desde la Revolución Gloriosa (1868), que provocó la caída de Isabel II del trono de España, Juan Prim se había convertido en la figura política más importante del país. Será él uno de los máximos responsables del ascenso al trono español de Amadeo I de Saboya. Pero justo en el momento en el que éste te encontraba en la cumbre de su carrera será brutalmente asesinado, siendo la noticia del magnicidio la primera que recibirá Amadeo a su llegada a España.
El asalto mortal al carruaje de Prim y la muerte de la figura más importante del panorama político del momento no carece de interés en sí mismo pero la investigación para esclarecer a los responsables del atentado, tema que nunca fue verdaderamente resuelto, va más allá, tomando tintes de una auténtica novela negra.
De esta forma vemos como numerosas figuras conocidas de la época se convierten en sospechosos de un asesinato en el cual el único acusado, José Paúl y Angulo, fue absuelto por falta de pruebas. Circulan ante nuestra vista, como posibles orquestadores del atentado, el general Serrano, que se convirtió en la máxima figura política del país tras la muerte de Prim; los republicanos, con causas más que evidentes para liquidarlo; la alta burguesía cubana, con intereses económicos en todo este asunto; o el duque de Montpesier, candidato al trono español que no había llegado a ser rey, en buena medida, gracias al fallecido general.
Pero estos no son todos los sospechosos y la lista de éstos parece no acabarse nunca. A pesar de ello, por si no parecía que el tema era bastante misterioso de por sí, hace unos años se presentó la idea, sin demasiada credibilidad al no haber pruebas documentales de ello, de que en realidad Prim no habría muerto y que su cadáver habría sido sustituido por el de otra persona (el rostro del cadáver estaba desfigurado).
En conclusión, nos encontramos ante una investigación por asesinato que, no sólo no ha perdido vigencia, sino que cobra un mayor interés con el paso de los años.