Mitología del nazimbécilismo catalán (1)

Publicado el 27 febrero 2013 por Cspeinado @CSPeinado

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Cómo en todo en la vida, el nazimbécilismo busca un soporte básico y vital sobre el que fundamentarse con objeto de pervertir las mentes que hay a su alrededor vendiéndoles una Arcadia inexistente llena, en muchos casos, de héroes, bestias mitológicas y un soporte parahistórico que, simplemente, no existe. Por ello, el caso de Cataluña no deja de ser un retroceso cultural en toda regla dando por buenas realidades cómo multiseculares según tradiciones de muy nuevo cuño pretendiéndolas hacerlas pasar por hechos históricos cuajados de años cuando apenas rozan el siglo de existencia o incluso menos. Por contra, tradiciones que son tan catalanas cómo españolas, cómo los festejos taurinos de diversa índole, son tomados por extraños. En sí, todo lo que envuelve el nazionalismo es una constante contradicción, pervirtiendo el mismo catalanismo, surgente cómo una corriente regionalista dentro de España y convirtiéndolo en una suerte de nazionalismo a trancas y barrancas al encarnar una Cataluña Milenaria que poco o nada tiene que ver con él. Falsas verdades, medias mentiras. 
El nazimbécilismo moderno, no ostante, se puede ver cómo algo plenamente igualitario. El mismo, la corriente identitaria que tanto propugnan desde los mal llamados partidos nacionalistas, más dados a la corriente separatista que a la defensa de su "nación" en el seno del país al que fagocitan, tiende a exterminar todo lo existente, ya sean tenderos, republicanos, empresarios u obreros. Su continua obsesión es igualar al pueblo denostando toda corriente cultural y de pensamiento que no sea la propugnada por la doctrina que exponen. Así las cosas se incide incluso en el tema religioso, no importando las implicaciones ni religiones que en el mismo entre en juego mientras apoyen, impulsen o difundan el proyecto separatista que no nacionalista. Por ello, el catalanismo de hoy, trastocado en nazimbécilismo peligrosamente próximo al nazismo anterior a la Segunda Guerra Mundial, ha logrado sustentarse vaciando, mediante el miedo, la pluriidentidad catalana relegándola a los adeptos al régimen y basándose sólo en cuatro elementos simbólicos, tres agravios históricos y unas dosis desmesuradas de sentimentalismo y victimismo. 
Para ello, el nazimbécilismo, denotado así porque tiene a imbecilizar todo lo que toca convirtiendo la masa social en una mezcolanza de credos, razas y condiciones con un único pensamiento dirigido por los de siempre, supo aprovechar en profundidad el victimismo surgido de la posguerra. Se catalizó un sentimiento de agravio común en el victimismo ante la política de Franco, pensando que ellos, los aplastados por el Dictador (?) eran los buenos, sin aportar razones ni justificaciones para ello. Sin sustentarse en una base real, pues el franquismo fue especialmente generoso con la región catalana, el catalismo se torno en separatismo radical sin ninguna base real. Se convierte así a Cataluña en un rebaño de borregos prestos a seguir al pastor, sea el que sea, demostrando que a más ruido por la identidad cultural de Cataluña, más vacuidad espiritual y de verdadera identidad reina en la sociedad catalana, convertida a todos los efectos en un desierto de almas.