Mitos y leyendas de Venezuela.

Publicado el 01 noviembre 2013 por Hugo Rep @HugoRep

En Venezuela abundan muchas cosas buenas.

Abundan las maravillas, el excelente clima, la belleza, y el espíritu alegre del venezolano; los caminos mágicos llenos de leyendas antiguas que han trascendido de generación en generación.

Leyendas que a pesar de su antigüedad no han perdido la capacidad de aterrorizar a más de uno.

A continuación te presentamos 6 de las leyendas más populares de Venezuela:

El Silbon.


Después de asesinar a su padre, el hombre fue castigado con un mandador de pescuezo (típico del llano), al tratar de huir fue mordido por un perro tureko, para concluir el castigo su abuelo regó sobre sus heridas gran cantidad de ají picante. El recuerdo y mención de lo sucedido libra a las personas de ser atacadas por este espíritu errante conocido como el silbón.

El Silbón se presenta a los borrachos en forma sombrío. Otros llaneros le dan forma de hombre alto y flaco. usa sombrero y ataca a los hombres parranderos y borrachos, a los cuales chupa el ombligo para tomarles el aguardiente.

La tradición explica que al llegar el silbón a una casa en las horas nocturnas, descarga el saco y cuenta uno a uno los huesos; si no hay quien pueda escucharlo, un miembro de la familia muere al amanecer.

Otra versión dice que fue un hijo que mato a su padre para comerle sus "asaduras". El muchacho fue criado toñeco (mimado), no respetaba a nadie. Un día le dijo a su padre que quería comer vísceras de venado. Su padre se fue de cacería para complacerlo pero tardaba en regresar. En vista de esto el muchacho se fue a buscarlo y al ver que no traía nada, no había podido cazar el venado, lo mato, le saco las vísceras y se las llevo a su madre para que las cocinara. Como no se ablandaban, la madre sospechó que eran las "asaduras" de su marido, preguntándole al muchacho, quien confesó la verdad.

De inmediato lo maldijo para toda la vida. Su hermano Juan lo persiguió con un "mandador", le sonó una tapara de ají y le azuzó el perro "tureco" que hasta el fin del mundo lo persigue y le muerde los talones.

El Anima Sola.


Este es uno de los más espeluznante espantos del que se tenga noticias, tiene como finalidad el hacer daño por efecto psíquico u otros medios de manipulación de terceros, el Anima Sola se presenta en forma de mujer de largos cabellos y atractivo rostro y tiene la finalidad de cobrar las velas de las Animas Benditas, pues en estos pueblos la gente acostumbra a pedir favores a las Ánimas y estas casi siempre le conceden los favores a cambio de que se tengan prendidas cierta cantidad de velas durante un tiempo antes prometido, de no cumplirse con esta contra prestación de los devotos, hace su entrada el Anima Sola; para recordar la deuda de una manera tenebrosa.

En Guatire, sector las Flores del Ingenio; se cuenta que una señora devota de las ánimas, en una ocasión olvidó prender la prometida vela a pago de favores de éstas, esa noche tocaron a su puerta y resultó ser una amiga de la cual tenia tiempo no veía, para su desdicha e ingenuidad la invitó a pasar, al momento y una vez dentro la visita se convirtió en un celaje que recorrió --cual inmensa sombra negra-- toda la sala, tomando a su víctima por los cabellos en repetidas ocasiones causándole grandes moretones, la señora aterrada se arrastró como pudo hasta el altar y prendió temblorosa un cabito de vela a la vez que pedía perdón por el olvidó, al momento la gran sombra abandonó la casa; dejando privada a la olvidadiza señora, quien desde entonces prende a diario gran cantidad de velas, aunque no haya nuca más pedido un favor ni dejado pasar a su casa visita alguna.

La Llorona.


Con sus desgarradores lamentos interrumpe el silencio nocturno, en los más apartados pueblos de Venezuela. Cuenta la leyenda más conocida que La Llorona era una mujer española. Vivió durante la Colonia en un pueblo y tuvo varios hijos con un indígena. Sus hermanos se enfurecieron al descubrir tal aberración. Debemos recordar que para ese entonces se decía que los indígenas no poseían alma. Eran considerados animales, seres inferiores, de origen diabólico.

Los hermanos de aquella dama mataron a sus hijos y la casaron con un español. Pero la pobre mujer enloqueció y se escapaba en las noches de su casa. Vagaba por los campos suelto de largo pelo, en una amplia bata de noche, llorando lamentándose tristemente por la muerte de sus hijos. Los campesinos se angustiaban al oírla. Al poco tiempo murió de pena, pero los campesinos aún la escuchan. Algunos hasta la han visto arrastrando el peso de su tristeza por los campos de Venezuela.

La Sayona.

Esta leyenda originaria de Los Llanos, data de la época colonial; sin embargo, hoy en día, todavía se escuchan “cuentos” de personas asegurando que han sido interceptados en algún camino por esta gélida y espantosa mujer.

Un habitante de El Regalo, haciendo referencia a su encuentro con La Sayona, nos contó que una noche cuando su esposa dormía, se escapó para visitar a su amante. En medio de su caminata, se sorprendió al ver que dicha mujer venía a su encuentro, pero caminaba tambaleante y su cabello era muy largo.

El hombre empezó a correr detrás de ella, pero al llegar a la puerta de la casa en donde vivía la mujer, ésta siguió de largo. El hombre extrañado:
“¡Pero bueno!, ¿qué pasa?”
Cuando volteó, se encontró con una mujer blanca y con los dientes como una hacha. El hombre salió corriendo y cuando llegó a la puerta de su casa, se encontró con la aparición nuevamente. Esta le extendió los brazos para estrecharlo, y así lo hizo.

Cuando el hombre logró soltarse, entró a su casa y oyó la voz de su comadre que le preguntaba:
“¿Compadre, y qué le pasó?, y éste le contestó:
- ¡Qué buen susto comadre!, dígame, salí un momentico a orinar afuera y me salió esa mujer...
- “Mire compadre, esa es La Sayona
- ¿No será que usted tiene cosas con otra mujer? Cuídese, yo que le digo...”
El hombre asegura que después de esta experiencia -aunque fue hace mucho tiempo-, nunca más le quedaron ganas de volverle a ser infiel a su mujer.

Otras versiones dicen que la intención de La Sayona es atraer a los hombres hasta el cementerio, sin que estos puedan verle el rostro, con la intención de aterrorizarlos al descubrir que han estado caminando en compañía de una calavera.

La Sayona tiene la particularidad de “desdoblarse”, esto quiere decir que puede presentarse como un perro, un lobo o como la mujer antes descrita.
Así que si eres uno de esos hombres, que disfrutas pensando que puedes tener varias mujeres, no te descuides, porque puede que un día de estos La Sayona decida hacerte una visita.

Los Teletubbies.


Esta historia me la contó un tío mío, la cual le sucedió a un amigo suyo. Hubo un tiempo en Venezuela que los Teletubbies eran el boom infantil, se veían sus capítulos mucho y, por supuesto, se vendían sus juguetes muchos. Pero al amigo de mi tío se le vendió uno raro, de hecho, tenía una colección de los 4 teletubbies. Pero una noche el niño comenzó a gritar diciendo "Auxilio, ayúdenme", cuando los padres llegaron, lo único que vieron fue al niño con la sábana en el cuello, jadeando... y los cuatro teletubbies encima de la cama.

El niño contó que los teletubbies se le abalanzaron y con su cobija intentaron ahorcarlo.

Obviamente, la historia no fue creíble para los padres. Pero decidieron quedarse a vigilar al niño a escondidas y lo que vieron fue a los muñecos cobrando vida y lanzándose sobre el niño diciendole que se lo llevaría a su amo y demás cosas, entonces los padres salieron y los muñecos cayeron al suelo, como si nada hubiera pasado. El padre del niño decidió eliminar a ese demonio de una vez por todas y lanzaron los muñecos a una hoguera... Pero ahí no termina la historia. Cuando los lanzaron, oyeron un grito de ultratumba y un terrible olor a azufre. Creyendo que ya habían terminado con el demonio, fueron a dormir. Pero ahí no terminaba la pesadilla. El chico volvió a gritar, los padres fueron y no se encontraron con los muñecos, se encontraron con el demonio en persona, lo ahuyentaron con un rezo, pero hizo falta un exorcismo para sacar al demonio de esa casa. No se sabe si se metió en el muñeco de otro niño.

El Hachador Perdido.

Si por la noche se oye cabalgar algún lamento en San Casimiro se pinta la sombra de tu recuerdo, si es que te encuentras penando en las montanas del tiempo, con gusto hachador perdido, yo te rezare tu Credo... Así comienza el "corrio" del Hachador Perdido, canto popular que nos habla de un ser alto, calvo, con ojos "como dos brasas que queman el alma", de dientes filosos, pecho cubierto de lana y manos planchadas como las de una rana. Que lleva siempre si hacha en mano para arremeter contra todo aquel que va a las montanas a cazar, no por hambre, sino por ambición... Cuentan que en vida era un leñador que quería hacer su propia urna, pero un Viernes Santos salió al monte a realizar su tarea, cuando Dios lo castigo... Fulminándolo, en el instante en que levantaba el hacha para asestarla en un tronco, convertido en un anima en pena, su espectro vaga por los campos y bosques donde eternamente ha de ejercer su cometido... Oyéndose el lúgubre retumbar de secos y prolongados golpes de hacha".

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