Casa Grande fue adquirida por la Diputación de Teruel en 2.001 por 1.355.000 € y al año siguiente convocó un concurso de ideas al que se presentaron 25 equipos. 4 fueron los finalistas: Alday y Jover (Zaragoza), Frechilla & López-Peláez (Madrid), B01 Arquitectos (Barcelona) y Francisco Mangado (Pamplona), ganador del concurso, autor del Palacio de Congresos y Auditorio de Navarra y del Centro de Congresos y Exposiciones de Ávila, incluidos en la exposición On-Site: New Architecture in Spain que el MoMA de Nueva York organizó de febrero a mayo de 2.006.
El estado de ruina de parte del complejo, que llevaba eshabitado desde hace medio siglo, hace necesaria la restauración y rehabilitación de los edificios exitentes (destacar las 41 pinturas murales que se conservan en la planta noble y el techo que cubre la escalera principal que datan de los siglos XVII al XVIII) así como levantar edificaciones nuevas, para al final contar con una superficie construida cercana a los 4.000 m2.
Las fotografías fueron realizadas en 2.003 (cuando aún se podía acceder a su interior) y 2.007 (cuando ya se realizaban las obras de acondicionamiento y mejora de los 7 km de acceso desde Corbalán a la Baronía y de conducción de agua y electricidad).
Y son precisamente estas edificaciones las que se proponen como posibles en una franja topográfica fronteriza entre las otras dos, con unos niveles suficientemente elevados para contemplar el conjunto del paisaje pero suficientemente baja para evitar una posible agresividad paisajística. En este nivel se encuentra el conjunto de la Casa Grande que es objeto de recuperación arquitectónica formando parte de un conjunto hotelero más amplio que se plantea como gran base acristalada de aquel. Las edificaciones propuestas, cuyo uso básico será el de vivienda, aprovechan los pequeños muros de piedra que a todo lo extenso de esta franja fueron construidos para crear bancadas de terreno cultivable. Muros alargados de piedra, de trazado grosero, pero que pueden convertirse en basamentos de edificios planos y alargados, en edificios que se suceden y retranquean en altura como si de miradores sobre el “fondo del valle” se tratara. Sobre estas bases de piedra, propias del lugar, la madera y el vidrio, en grandes ventanales y formando volúmenes limpios, configuran un paisaje arquitectónico capaz de integrarse, sin diluirse, en un entorno natural, en un entorno donde cualquier otra actitud más acomodaticia, más orgánica, hubiera resultado falsa y condenada a sucumbir en el anonimato. La operación se completa con unos patterns que definen la urbanización. Se han pensado pues elementos, superficies, texturas, efectos de luz..., todo aquello que puede actuar como una base a la que recurrir en la ejecución de uno o varios proyectos. En todo caso la unidad del conjunto es fundamental, y esa unidad ha quedado resumida en la elección de materiales naturales en su mayor parte, rugosos en sus texturas, que contrastan con el vidrio ligado a la luz artificial. De alguna manera se repite aquí el mecanismo conceptual que, basado en la dualidad natural-artificial, específico-abstracto, ha sustentado la intervención edificatoria.
¡Ojalá la obra llegue a buen puerto y el proyecto cumpla todas las expectativas depositadas en él!