”Lo primero que tiene que saber la víctima es que es inocente, porque la repetición del maltrato lleva a que termine creyéndose que lo merece”
El acoso laboralo mobbingproduce en quienes lo sufren trastornos psicológicos equiparables a los que viven las víctimas de catástrofes o actos de guerra, afirmó a “Montevideo Portal” el psicólogo español Iñaki Piñuel y Zabala. “Lo primero que tiene que saber la víctima es que es inocente, porque la repetición del maltrato lleva a que termine creyéndose que lo merece”, dijo.
“¿Qué decimos cuando decimos que hay mobbing?
Hablamos de un continuado y deliberado maltrato verbal o modal, que se materializa en forma de conductas”, afirma Iñaki Piñuel y Zabala, psicólogo, escritor, investigador y uno de los primeros especialistas europeos en mobbing o acoso psicológico en el ámbito del trabajo y de la educación.
“Una de las grandes acusaciones que se hace incorrectamente al concepto de mobbing es que se trata de algo subjetivo, que depende de la sensibilidad de la persona, de la sensación que uno tenga, y tal cosa es falsa. Cuando hablamos de mobbing, son conductas y, como tales, se pueden ver, registrar, medir, cuantificar, grabar en video, en audio. Las conductas de maltrato existen, no son subjetivas“, expresa.
Si yo le grito a una persona, si la insulto, si la humillo en público o en privado, si le dejo sin nada que hacer, si ataco sistemáticamente toda decisión que adopta en el marco de su trabajo, si la desestabilizo emocionalmente intentando perjudicarla, todo eso son conductas reales, no son imaginaciones ni son personas quejicas que de alguna forma se lo inventan o tienen el acoso en sus mentes.
“Esas conductas existen y el problema no es que existan alguna vez, el problema es que en el ámbito del trabajo las conductas de acoso, maltrato y hostigamiento, al repetirse, generan una gran indefensión porque del trabajo no podemos huir y tampoco podemos devolver la agresión, enfrentarla con otra agresión como podríamos hacer en una pelea. Entonces, la persona se ve obligada a mantenerse en una situación que los psicólogos llamamos de indefensión creciente y esa indefensión lleva al daño psicológico, normalmente un daño por estrés post-traumático que es el cuadro por excelencia más diagnosticado entre las víctimas de mobbing“, enfatizó.
VÍCTIMAS Y VICTIMARIOS
Si bien no existe un “perfil psicológico” o patrones comunes de personalidad entre las víctimas de mobbing, afirmó Piñuel y Zabala, sí existen distintos perfiles en los agresores y pueden clasificarse en tres tipos:
Psicópatas: ”Son personas con una capacidad de seducción y de encanto extraordinario, con una frialdad extrema, con una capacidad de manipular a los demás extraordinaria. Personas muy motivadas por la ambición y el poder, que alcanzan rápidamente posiciones muy notorias dentro de la empresa y que tienen un comportamiento social binario: a los adversarios o los eliminan o los compran. Los compran con prebendas o promesas, y si no se dejan comprar, los eliminan”,describió.
“Este tipo de psicópatas están presentes especialmente en las administraciones públicas, en las instituciones, en la política, en las ONG, en todo lo que se refiere a organizaciones donde el poder de manejar dinero o recursos es importante”, agregó.
Paranoides: “Son personas con una alteración en la percepción, que en psicología llamamos paranoidismo, por la cual se sienten atacados, se sienten víctimas de conspiraciones y desencadenan ‘ataques preventivos’ contra los supuestos agresores. Los directivos o mandos de tipo paranoide atacan para no ser atacados y desencadenan acciones de maltrato, supuestamente, para evitar esos ataques que perciben en todos los demás”, señaló.
Narcisistas: ”Son personas con un profundo déficit de autoestima pero que exteriormente se comportan de una manera compensatoria. Esa forma externa de comportarse es arrogante, prepotente, sabelotodo, irrespetuosa, denigratoria, porque de esa forma tapan y compensan sus sentimientos profundos de inadecuación y de baja autoestima”.
“Por tanto el narcisista siempre se siente amenazado por aquellos o aquellas trabajadoras especialmente cualificadas, brillantes, a veces que han obtenido premios o un reconocimiento profesional importante, el aprecio del público, de los clientes, de otros compañeros. Todas esas personas con perfiles favorecedores suelen ser víctimas de mobbing a manos de estos narcisistas que se sienten amenazados y se ven compelidos a eliminar ese buen hacer, a cargarse la reputación profesional del otro, hablar mal, humillar, vejar, arrinconar, pisarle la fama al otro”, dijo.
Si bien entre las víctimas no hay un patrón de personalidad definido, sí comparten algo en común: “son personas que por alguna razón, que a veces ellas mismas desconocen, se han vuelto amenazantes para quienes los acosan. Este es el rasgo universal de todas las víctimas. Lo que pasa es que el carácter amenazante no suele venir de la personalidad de la víctima sino del patrón alterado de la personalidad del agresor“, expresó Piñuel y Zabala.
AMENAZA PARA LA VIDA Y LA INTEGRIDAD
El mobbingconlleva a un trastorno psicológico muy grave en quien lo sufre. Según el experto, el cuadro más habitual es el trastorno de estrés post-traumático y en general, cuando las víctimas llegan a la consulta con el terapeuta, ya es un cuadro crónico de meses o años viviendo en esa situación de maltrato.
“El trastorno de estrés post-traumático es el que comparten las víctimas de grandes catástrofes, violaciones, actos de guerra, actos de terrorismo. En definitiva, quienes sufren mobbing comparten este cuadro con víctimas de grandes amenazas para la vida y la integridad. Puesto que el acoso ocurre en un ámbito, como el laboral, del que derivamos nuestra forma de vida, nuestra seguridad económica y la de nuestras familias, es vivido por las víctimas como un acto de amenaza a la vida y la integridad”, apuntó.
“Por eso al cabo de un tiempo ese maltrato recurrente va a producir cuadros de estrés post-traumático, bajas laborales, personas que ya no pueden trabajar porque están dañadas y situaciones de abandono profesional, personas que no pueden más y dejan sus trabajos, incluso de un día para el otro, porque sencillamente tienen terror de ir al trabajo”, agregó.
“DEVOLVER LA INOCENCIA”
“Lo primero que tiene que saber la víctima de mobbing es que es inocente. Esto es importante porque la repetición del maltrato lleva a que la víctima internalice la culpabilidad que proyecta el acosador. El acosador se las arregla para repetir una y mil veces que la persona no vale, que todo lo que hace está mal, que todo lo que dice es una tontería, que es inepta, incapaz o incluso malvada. Toda esa repetición lleva a una situación en que la víctima internaliza esa oscura imagen que proyectan de ella y termina creyéndose que merece el maltrato“, sentenció Piñuel y Zabala.
Por lo tanto, la primera intervención terapéutica, señaló, es devolver la inocencia a la persona. “Devolverle, convenciéndola a veces -es terrible decirlo- de que no hay nada que justifique el maltrato del que está siendo objeto. No hay nada que pueda validar esas actuaciones hostiles”, concluyó.
Un funcionario que no quiere practicar la corrupción o firmar cosas ilegales, por ejemplo, se vuelve amenazante para el político o la persona que quiere practicar esa corrupción; una persona brillante, que ha obtenido el aprecio o el premio profesional, se vuelve amenazante para ese compañero o jefe con rasgos narcisistas; una persona completamente normal se puede volver amenazante para el directivo paranoide que cree que existen conspiraciones contra él.
Fuente: http://mediacionyviolencia.com.ar/
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