Los menos viajeros estaréis ya un poco cansados de tantas jornadas de viaje, pero entonces para vosotros tengo buenas noticias.
Para los espíritus inquietos las noticias son malas, pues….¡se nos acaba el viaje!
Efectivamente, estamos ante la última entrada de este viaje (que en realidad se hizo muy corto) por tierras chilenas.
Una vez que aterrizamos en la capital, no había tiempo que perder. A la cama directos pues al día siguiente bien temprano alquilábamos un coche para escaparnos con nuestros anfitriones al precioso Cajón del Maipo.
Si sólo vais a visitar Santiago en vuestra visita a Chile, pero os sobran un par de días NO DUDÉIS en emplearlos en visitar el Cajón del Maipo.
Cajón del Maipo
Tanto si sois bichos de montaña como si lo que os van son las barbacoas tumbados a la bartola, este increíble valle os va a conquistar. Se trata de un cañón andino encajonado por cerros, macizos y volcanes que a su vez está salpicado de pequeñas poblaciones que hace que no le falte nada al sector servicios, (restaurantes y casas rurales).
Nosotros nos alojamos en unas preciosísimas cabañas rurales que alquilaron nuestros anfitriones mientras nosotros estábamos en el desierto llamadas La Calchona (el nombre es un enlace a su web). Hay un restaurante dentro del recinto construido con materiales de reciclaje, vidrios de automóviles, muros de neumáticos, y la más diversa variedad de madera nativa. La verdad es que no comimos allí, pero tenía toda la buena pinta.
La mañana no había empezado muy bien del todo, pues el coche, que se suponía que nos lo daban a las 9am, no estuvo listo hasta las 11. Con lo cual salimos de viaje con varias horas de retraso.
De Santiago a la localidad de San José de Maipo hay a penas 1 hora y media de camino (se tarda más en salir de Santiago que el trecho de carretera hasta llegar al pueblito), pero en cambio hay un buen trecho sin asfaltar hasta la localidad de Baños Morales, que era donde queríamos empezar nuestra ruta montañera.
Aquí es donde nos la jugaron las señoras del CONAF que consultamos en Santiago, como os anticipé en su momento. En ningún momento nos mencionaron NADA de una carretera sin asfaltar a la que cruzan ríos ni de un tramo final que nos dio miedo subir con el coche y decidimos hacerlo andando de empinado y embarrado que estaba.
Pero no acaba aquí la faena. Porque aunque fuimos específicamente a preguntar este tipo de cosas, no nos informaron de que había una HORA LIMITE para acceder al Monumento Nacional de El Morado que iba a ser nuestra ruta del día. Llegamos 20 minutos después del cierre del acceso, después de un panzón de kilómetros lo cual fue un chasco tremendo.
Lo más cerca que estuvimos del Pico de El Morado
El guarda-parques nos dijo que efectivamente nos debían de haber avisado, y amablemente nos habló de otra ruta posible que estaba abierta, menos espectacular, pero también bonita que consistía en avanzar hacia el cerro Lo Valdes y el volcán de San José de Maipo siguiendo el cauce del río.
Por el camino hace el sendero, pudimos ver los avisos de alerta evacuación en caso de erupción y las famosas aguas termales que le dan nombre a la localidad.
Poste de direcciones en Baños Morales
El sendero no implicaba mucha dificultad siendo más bien llano y no demasiado estrecho (aunque no pudimos hacerlo entero por la nieve, y al final del camino sí que se estrechaba algo más).
Es una ruta interesante sobre todo por la sensación de estar caminando hacia Argentina, ya que la frontera se encuentra a apenas 90 kilómetros en esa dirección, aunque el paso está habilitado solamente para los operarios de un gaseoducto de la zona.
Conforme te vas adentrando más y más en el valle se te va olvidando el bullicio de Baños Morales, y se te va quitando el cabreo de no haber podido ir al Morado para empezar a disfrutar de las vistas.
Volcán San José
El cerro Lo Valdes queda a la derecha al otro lado del río, con sus escarpadas crestas que llaman mucho la atención.
Cerro Lo Valdes
La verdad es que la majestuosidad de estas imponentes moles rocosas es sobrecogedora, por algo la llaman la espina dorsal de Sudamérica.
Finalmente llegó un punto en el que tuvimos que darnos la vuelta pues no íbamos preparados para caminar en la nieve durante mucho rato y el camino se hacía impracticable. Pero fue un hermoso paseo en el que nos reímos mucho y nos quitamos la decepción de no poder ir al Morado a base de bolazos de nieve.
Volcán San Jose
Volcán San José
No podemos seguir
Felices
Una vez de vuelta en Baños Morales no quedaba más que montarnos en nuestro coche de alquiler y volver a conducir los 22 kilómetros de carretera sin asfaltar hasta el retén de San Gabriel, y un poquito más ya por asfalto hasta nuestra cabañita donde preparamos una cena en la cocina y nos quedamos charlando hasta que nos venció el sueño.
Atardecer en el Cajón del Maipo
Al día siguiente nos esperaba otra rutilla andina, y esta vez no íbamos a dejar que nos la cerraran, así que bien temprano nos levantamos, desayunamos, devolvimos las llaves de la cabaña y nos pusimos de camino hacia la Reserva Nacional Río Clarillo.
La reserva tiene varias rutas cortas para hacer. Nosotros escogimos la más larga de ellas, la del sendero Aliwuen Mahuida de una ruta circular de unos 2 kilómetros y que aunque en los folletos informativos leímos que se hace en 1 hora y media, la verdad es que la hicimos en menos de 60min.
La ruta pasa por varias fases. Una primera fase llana de acercamiento al río hasta que cruzamos un pequeño puente desde donde observar el río Clarillo.
Reserva Nacional Río Clarillo
A partir de aquí entramos en una fase boscosa ascendente hasta que llegamos al mirados de la cima, desde donde podemos observar el imponente manto boscoso que cubre el valle.
De regreso volvemos por un sendero distinto hasta alcanzar de nuevo el puente que cruza el río. Por el camino cruzaremos tupidos pasajes y rocosas paredes en los que crecen cactus gigantes.
Reserva Nacional Río Clarillo
Reserva Nacional Río Clarillo
Es una excursión entretenida, cortita y que requiere algo de esfuerzo, por la subida sin ser para nada exigente. ¡Perfecta para abrir el apetito! ¿no os parece?
A nosotros sí que nos lo pareció. Sobre todo teniendo en cuenta el plan que teníamos planeado para después. Ya que era nuestro último día en Chile (al día siguiente salía nuestro avión de vuelta a España) decidimos darnos un homenaje culinario digno de recordar. Y si en Quintay fueron pescados y mariscos, aquí en plena montaña tocaba una típica parrillada chilena.
Para ello una vez más escogimos un sitio que recomendaba la guía, La Vaquita Echá, (si pinchais en el nombre podéis visitar la página del restaurante), aunque íbamos con más referencias de gente que la conocía, y por eso no nos defraudó. El lugar se encuentra en el sector de Pirque, en la carretera que viene de Santiago hacia el Cajón.
Nos pedimos una parrillada para compartir entre los cuatro y no sobró ni un pedacito de carne. Entre otras cosas porque las piezas que incluía la parrillada eran carne de jabalí, ternera angus y carne de wagyu, siendo la primera vez que probaba esta ternera originaria de la ciudad japonesa de Kobe.
La Vaquita Echá
Por supuesto todo esto lo regamos con una cerveza artesanal de producción propia del restaurante, (cosa bastante común en Chile).
Y este fue, querid@s calderer@s el punto y final a nuestra pequeña aventura chilena. No fue fácil decir adiós a nuestros queridos anfitriones, y muy difícil asimilar que en unos pocos días estaríamos de vuelta en el trabajo, levantándonos todos los días a una hora impuesta, y dedicando nuestro tiempo a la producción para una empresa. ¡Uf! ¡Lo pienso y me vuelve la depresión post-vacacional!
Pero para viajar, hay primero que currar. Así que no nos quejaremos y apretaremos los dientes hasta que llegue el próximo viaje.
¿A dónde será? …
¡Adiós Chile!