Título: Modelos de mujer
Autora: Almudena Grandes
Editorial: Tusquets
Género: relatos
Páginas: 256
Publicación: 01/03/1996
ISBN: 978-84-7223-946-3
Como insinúa el propio título, Modelos de mujer, estos siete relatos están todos protagonizados por mujeres que, en distintas edades y circunstancias, se enfrentan todas ellas, en algún momento, a hechos extraordinarios. Todos, menos el que da título al libro, están de un modo u otro ligados a la infancia, a la capacidad de desear como motor de la voluntad, de los actos de voluntad que las protagonistas deberán asumir para impedir que la vida las avasalle. En los tres primeros cuentos -«Los ojos rotos», «Malena, una vida hervida» y «Bárbara contra la muerte»-, los personajes femeninos vencen, cada uno a su manera, a la muerte: la pequeña Miguela, la mujer mongólica que se enamora de un fantasma; Malena, que se pasa la vida haciendo régimen por amor; y Bárbara, que acompaña a su abuelo a pescar. En los cuatro últimos -«El vocabulario de los balcones», «Amor de madre», «Modelos de mujer» y «La buena hija»-, las protagonistas tuercen el destino a su favor recurriendo unas al poder de seducción y otras a la fuerza de la razón, y todas con la voluntad que les otorga el firme deseo de no tolerar que la vida se les escape de las manos.Voy a aprovechar este día de la mujer para publicar esta reseña que, le sienta muy bien a esta jornada reivindicativa. Ya conté en su momento que leí esta recopilación de relatos para el trabajo final que tuve que hacer dentro del curso sobre estereotipos femeninos en la literatura del siglo XX, organizado por el Ministerio de Cultura, que hice en octubre-noviembre del año pasado y que, por lo tanto, mi lectura estuvo muy unida a la de Tres vidas de santos, de Eduardo Mendoza (cuya reseña publiqué ayer), puesto que el trabajo consistía en comparar ambas. Pues bien, en tal comparación, y si hablamos de estereotipos femeninos y de la imagen de la mujer que transmite cada uno de los autores, está claro que Almudena Grandes ofrece una serie de modelos más modernos y feministas, aunque no por ello podamos decir que presenta mujeres perfectas (que a veces se confunden las cosas y hay quien piensa que el feminismo es alabar a las mujeres y menospreciar a los hombres).
Como el propio título de la obra nos adelanta, Grandes profundiza en esta obra en una serie de modelos de mujer actuales y los disecciona desde el realismo y la honestidad. Así, y a pesar de lo compasiva que suele ser la autora con sus personajes, nos habla de sus miedos, sus obsesiones y sus taras y desnuda a estas mujeres hasta conseguir que les veamos el alma.
En este sentido, me ha llamado la atención (quizá porque me he sentido muy identificada, claro está) cómo en muchos casos, Grandes analiza la relación de esas mujeres con la comida, en clara relación a la belleza que se exige hoy en día de forma casi casi compulsiva a las mujeres. Bueno, cada vez más también a los hombres; nos hemos igualado pero no en lo que yo creo que deberíamos igualarnos, lo hemos hecho en lo superficial, lo externo y lo efímero.
Ligado al tema de la belleza y la comida, he de hablar de otra de las características que mencioné en mi trabajo: como suele ser habitual en la literatura escrita por mujeres (o, al menos, es una de las características de este tipo de literatura, según Márgara Russotto), los personajes masculinos son accesorios aunque también es verdad que en muchos de los relatos su mirada es fundamental para la comprensión que el personaje femenino hace de sí mismo, como ocurre en aquellos en los que el deseo o el amor masculino transforma (incluso físicamente, como ocurre en “Los ojos rotos”) a la mujer o en aquellos que tienen que ver con la comida, las dietas y la imagen externa que se exige a las mujeres, cosa que ocurre tanto en “Malena, una vida hervida”, como en “Modelos de mujer”. También sucede en “Bárbara contra la muerte”, en el que se reflexiona sobre la vejez y las dos salidas tradicionales de la mujer: matrimonio o vida religiosa (una vez más, con el hombre como protagonista secundario o testigo de esas salidas).
Grandes utiliza, para hacernos llegar estas historias protagonizadas por mujeres, narradores en primera o segunda persona (como es el caso de ciertos párrafos de "Los ojos rotos"), lo que nos mantiene muy cerca de los personajes y nos permite conocerles en lo que piensan, lo que dicen y lo que hacen. Solo utiliza una voz narradora en tercera persona en “Malena, una vida hervida”, pero intercala párrafos en cursiva que se corresponden con una confesión en primera persona de Malena, por lo que se mantiene esta cercanía y ese discurso de tú a tú.
Esta cercanía en la técnica narrativa también está relacionada con las cuestiones de fondo que trata en este puñado de relatos: Grandes se preocupa por cuestiones que tienen que ver con lo íntimo y lo personal: el amor y la pasión, la relación madres e hijas, la imagen que proyectamos, la búsqueda de uno mismo, la presión social sobre la apariencia de la mujer (tanto respecto a su delgadez y hermosura como con respecto al paso del tiempo) o dónde reside la chispa que enciende nuestro amor, en sentido general, no solo de pareja. Aún así, creo que la investigación de Grandes parte de lo particular para llegar a lo general, es decir, trata de sacar conclusiones o, mejor, de plantear preguntas que pueden ser respondidas y reflexionadas por hombres y mujeres, independientemente de que sean planteadas a través del ejemplo o la historia de una mujer. Mis conclusiones, pues, señalaban que la autora madrileña presenta modelos profesionales de mujer variados y normalizados: una doctora en “Los ojos rotos”, una traductora y una modelo en “Modelos de mujer”… No hay ni condena ni exaltación de esa faceta femenina, se da por hecho que es algo normal. Es más, en “La buena hija” presenta a una protagonista que renuncia a su carrera profesional por cuidar de su madre pero que es infeliz y que acaba deshaciéndose del vínculo con una madre que nunca fue tal para ella para regresar a una vida normal que, por supuesto, incluye un empleo. Sí aparece en Grandes una figura materna castrante que podría entroncar con la tía Conchita de Mendoza en “Amor de madre” pero creo que el enfoque del relato es lo que nos hace ver la diferencia: en Mendoza recibe un castigo pero no hay perspectiva moralizante. En cambio, Grandes nos presenta a la mujer castrante como enajenada, además de alcohólica, capaz de dar sedantes a su hija para que sea una buena chica o de secuestrar a un hombre para tener un yerno. Así pues, creo que Mendoza presenta (no sé si de manera consciente o inconsciente) una visión de la realidad más cercana a la tradicional visión patriarcal de la sociedad, la persona y las relaciones familiares, mientras que Grandes, como diría Alicia Redondo Goicoechea, sí mira en femenino y ve a las mujeres como lo que son: seres completos que tienen una dimensión pública y otra privada, que tienen sentimientos pero también trabajan, que dudan, se equivocan, rectifican, tienen miedos… pero que luchan cada día por parecerse a lo que quieren ser, no a lo que los demás quieren que sean. Nos seguimos leyendo.
Incluyo este libro en los siguientes retos:
- Reto Mujeres Laureadas: 5/5