“Modern Family”, y el tiempo que hacía que no…

Publicado el 03 mayo 2013 por Casoledo

… me reía tanto con una serie televisiva. Le tengo manía a esa frase tópica, que ya se suelta en cualquier ocasión, en cuanto la gente encadena un par de carcajadas. Por eso produce tanta satisfacción decirlo con plena consciencia de que es verdad, de hecho no recuerdo en qué otra oportunidad, en el pasado, una comedia me hizo reír de veras. Tendemos a apreciar mejor el drama, el suspense o el terror, y apenas damos importancia a lo que nos reconcilia con un gesto, el de la sonrisa, que fue de los primeros que aprendimos al venir al mundo.
Modern Family admite ciertas lecturas en cuanto a su propósito de presentar las diversas formas en que la familia puede articularse hoy en día, cabe afirmar que promueve la tolerancia, etc., etc. Pero es que por encima de todo es una excelente serie de humor, con personajes carismáticos, guiones maravillosos y una narrativa visual llena de giros, encuadres y golpes de efecto que contribuyen al tono descacharrante de sus alocados episodios. Se sostiene sobre todo en el carisma de sus personajes, de tal forma que únicamente necesita moverlos e interrelacionarlos para construir un capítulo. Cada uno de ellos constituye en realidad una parodia o caricatura de un tipo social, lo que permite a la serie burlarse de todo y de todos, aun a riesgo de soliviantar corazones pudibundos. A diferencia de moderneces hipster –que nacen caducadas- como ‘New girl’ o 'Portlandia', prescinde de concretos guiños generacionales y recorre el amplio y siempre diverso camino de la vida con tanta brillantez que cada uno de estos nombres daría para un spin-off:
-Phil Dunphy: ejemplo perfecto del espantoso espécimen del padre colega que siempre está de buen humor, y siempre dispuesto para arreglar entuertos… complicándolos aún más, por supuesto, con su impecable torpeza. Parodia del hombre sensible que se emociona, llora, y abraza en exceso. Tan entrañable como insufrible. Sus momentos más divertidos tienen que ver con esas acciones secretas que ejecuta a toda prisa presuponiendo que no van a gustarle a su mujer, Claire.

-Claire Dunphy: de nuevo otra caricatura, esta vez de la mamá superwoman, controladora, inestable y en permanente, aunque llevadera, tensión con la vida no disfrutada y lo que pudo haber sido y no fue. Es quizá el personaje más desagradecido, porque inevitablemente resulta cargante, aunque esos nervios constantes añaden muchas risas a determinadas escenas.
 -Los hijos: ninguno de los tres tendría demasiado interés por separado, pero juntos se complementan y funcionan: Hayley es la adolescente descerebrada y salidilla, autoritaria y gritona, que en su relación con una especie de clon joven de su padre (Dylan) da lo mejor de sí misma; Alex es su contrapunto, la empollona madura y mariperfecta, con el liviano trauma de llevar bastante menos vida social que su hermana compensado por sentencias tan buenas como esta: “yo también tengo admiradores. Y algún día tus admiradores trabajarán para los míos”. Luke es el hermano pequeño, paradigma de la estulticia preadolescente, insensible, macarra de barrio residencial… él es “otra cosa”, “un caso aparte”, como dicen sus padres.

 


-Cameron: pasamos a la familia gay, en la que destaca este personaje al que todas las mujeres y todos los varones heteros no lobotomizados querríamos como el amigo perfecto. Excesivo, sobre todo muy excesivo, simpático, más burro que un arao en ocasiones y loquísimamente sofisticado en otras. Maniático,  padrazo/madraza… Lo tiene todo para que, cada vez que la trama se centra en él, uno no se levante del sofá. -Mitchell: el gay pijo atacado por constantes sofocos a causa precisamente de lo excesivo de su pareja, aunque en muchas ocasiones es él quien se suelta el pelo y supera al otro con creces. El personaje es un buen ejemplo de cómo se pueden presentar los muy reales traumas de juventud paterno-filiales con sentido del humor.  -Jay Pritchett: padre de Mitchell y Claire, el hombre hecho a sí mismo y chapado a la antigua. Escéptico y remolón frente a las extravagantes dinámicas familiares, aunque noblote en el fondo. Sus respuestas irónicas y sus miradas de "lo que tengo que aguantar"no faltan en cada episodio. -Gloria: esposa demasiado joven de Jay y la gran estrella de la serie, la gran tapada. Sofía Vergara borda un personaje que tal vez merezca alguna queja oficial del gobierno de Colombia. Exagerando su acento y su condición latina compone seguramente la caricatura más sangrante de todos ellos. Merece la pena echar un vistazo a esos vídeos de Youtube en los que se recopilan algunas de sus mejores meteduras de pata con el idioma.   -Manny: sin duda que este personaje será el favorito de muchos espectadores. Hijo de once años de Gloria, tan intelectual, maduro y rijoso que su difícil encaje en el mundo americano da mucho juego.  Junto a ellos aparecen muchos otros secundarios a los que se recurre de cuando en cuando para originar aún más caos en el entorno familiar. Los episodios duran alrededor de cuarenta minutos y se hacen realmente cortos. Hay tantos tan memorables que cada uno de los seguidores de la serie acabará teniendo los suyos.  En estos tiempos de crisis recomiendo asomarse al mundo Dunphy/Pritchett para recordar que nuestros seres queridos -entendiendo por tales aquellos que nos escogen o que escogemos, bien sea por la fuerza de la sangre o del simple y poderoso amor-, junto con el arte en el más amplio sentido del término, constituyen el mejor cobijo imaginable frente a la tormenta.