Este trabajo pretende trazar las claves maestras, estéticas e históricas, que definen lo que podemos llamar una “historia no académica de la literatura latina medieval en las letras modernas”, paralela a la configuración historiográfica del paradigma de la literatura medieval escrita en latín, que inicia Adolf Ebert en su Histoire de la littérature latine chrétienne, compuesta originariamente en 1874 y traducida al francés en 1883. La estética medievalizante en la literatura y el arte del siglo XIX dio lugar a un interés especial por los textos medievales, arrinconados por el clasicismo. Podemos recordar las interesantes lecturas que autores como Gustave Flaubert, Anatole France, Marcel Schwob o Joris-Karl Huysmans hacen de textos de la Patrística o de las vidas de santos, como la Leyenda Dorada de Jacobo de Vorágine. Por su parte, la estética del latín medieval y cristiano encuentra su revalorización literaria en obras como El latín místico, de Remy de Gourmont, que recoge en sus páginas ochocientos años de poesía desconocida y marginada por la ignorancia, en opinión de su autor. De manera muy parecida a lo que hará su amigo Huysmans en la novela Al revés, Gourmont trata de mostrar que la Literatura latina no termina con Virgilio y Cicerón, y que tras Claudiano también se produjeron obras bellas y originales. Las lecturas medievales que hacen después ciertos autores del siglo XX, como Joan Perucho, no son ajenas a estas configuraciones estéticas del siglo XIX, salvo en el hecho de que tales lecturas se hispanizan (Egeria, San Isidoro…). Así lo vemos cuando junto a las ineludibles referencias a la literatura medieval nos encontramos con los nombres de los autores modernos del XIX que hicieron posible la recuperación de esa literatura. Éstos se convierten en verdaderos intermediarios y creadores de una nueva estética, la decadente, que funciona como un verdadero prisma para los autores que vinieron después. Tan auténtico resulta ya el neorrománico como el románico mismo.
FRANCISCO GARCÍA JURADO HLGE