Esos modernos profanadores de tumbas son aquellos políticos que aprovechan su poder para esquilmar a los difuntos, impidiéndoles cumplir con su última voluntad de transmitir a sus seres queridos lo que han ahorrado en vida.
Los que fallecen lo hacen creyendo que transmiten prosperidad a sus herederos, pero la codicia insaciable de los políticos impide con sus impuestos que eso ocurra, hasta el punto que muchas familias se arruinan al heredar porque el inicuo Impuesto de Sucesiones y Donaciones devora la herencia y, en ocasiones, causa endeudamiento y ruina a los herederos.
El pueblo, con su intuición y sabiduría, ha bautizado ya el Impuesto de Sucesiones como "Impuesto a los muertos" y sostiene la tesis de que como los políticos tienen ya esquilmados a los vivos, ahora van a por los muertos.
Pero esta vez, la Junta de Andalucía, que aplica ese impuesto con especial crueldad y que obliga a pagar a los herederos andaluces cien veces más que los que heredan en Madrid o Canarias, se ha topado de frente con la resistencia de un pueblo que, aunque está acostumbrado a someterse a la voluntad de los políticos, esta vez ha dicho basta. Ahora se enfrentan en Andalucía la fuerza de los políticos, costumbrados a utilizar la ley en beneficio propio y de doblegar al ciudadano, y la de un pueblo que se apoya en la democracia y la razón para rebelarse pacíficamente contra la injusticia.
Veremos quien vence. Si lo hace el gobierno, será una prueba más de que la democracia en España es una estafa y de que la política está en manos de gente sin grandeza que se sirve a si misma, antes que al pueblo. Si ganan los ciudadanos, seguirá viva la esperanza y sabremos que "un mundo mejor es posible".
Francisco Rubiales