Es más interesante esta historia que el libro en sí. Mientras permanece aislado se centra en su búsqueda de Dios, un empeño estéril al que es empujado por la angustia. “La verdad no existe fuera del ser humano. Todo tiene su origen en el propio ser humano y esto incluye también cualquier pensamiento o idea sobre Dios”. En la segunda parte habla de sus compañeros y de menudencias del régimen carcelario ya muy vistas.
Una lectura no muy provechosa que demuestra que una circunstancia excepcional no implica un libro a la altura, más allá del valor indudable, como en este caso, de su propia existencia.