El creador
Es Moisés Naím, venezolano, ministro de los gobiernos neoliberales previos a Chávez. Fue quien diseñó el “paquete económico” (el VIII Plan de la Nación) del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial en febrero de 1989, siendo ministro de Fomento, Industria y Comercio del segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez. Estas medidas desencadenaron “El Caracazo”, del que tres años más tarde desembocó en la rebelión militar dirigida por el entonces teniente coronel Hugo Chávez.
Hay una línea casi directa en el mapa de relaciones entre Naím y la CIA. En toda su carrera hizo parte de medios y empresas financiadas por la maquinaria de esa agencia y del Congreso de los Estados Unidos, todas máquinas de intervención extranjera. Su prédica como “periodista” se inserta a la perfección en las líneas centrales de la CIA en su estrategia de injerencia e influencia a nivel global y en particular en los países latinoamericanos. Además, fue “halcón” de Bush durante la “guerra contra el terrorismo”, integrante del Banco Mundial, de la Fundación Rockefeller y del grupo Prisa, este último dueño de más de 1 mil 200 emisoras, periódicos y canales de televisión en América Latina que se dedican día tras día a destilar odio contra los procesos y dirigentes revolucionarios.
Su programa de televisión, “El efecto Naím”, lo transmiten CNN, NTN24 y Globovisión, donde interpreta a total fidelidad los designios y líneas políticas de la élite global. Sus últimos 20 años de vida los ha dedicado a sostener y promover una campaña sucia y manipulativa contra Hugo Chávez y el proyecto político que encarnó.
Bastantes demostrativas son sus declaraciones, además, sobre la creación de la serie en las que afirma que: “Venía investigando la vida del líder de la revolución bolivariana desde hace una década. Motivado, me senté y comencé a escribir una historia de 120 páginas. Sony la compró y a partir de ese primer manuscrito se desarrollaron los libretos y los personajes”. Como si todo hubiese sucedido por arte de magia y no hubiese un estrecho lazo entre su pasado y la serie.
Por lo que para nada extraña que también esté produciendo una serie “biográfica” sobre Fidel Castro, en el mismo tono, que profundizaría una clara ofensiva cultural y mediática contra la memoria de los líderes populares más destacados de nuestra historia reciente.
La productora y los medios que la transmiten
Esta “ficción” es realizada por Sony Pictures Television, una de las más grandes empresas de cine y televisión en el mundo. La cual forma parte de Sony Corp y tiene de accionistas a grandes bancos como Bank Of America, Morgan Stanley y Goldman Sachs.
Sin embargo, uno de los directores de la serie, Juan Felipe Cano, sostiene que “no pretenden cambiar la visión de nadie sobre Chávez”. Como si jugar a la ingenuidad fuese una orientación clara para todos los implicados. En el resto de los canales envueltos, encontramos el mismo dinero.
Como sucede con TNT de Time Warner, encargada de su difusión en América Latina, quien entre sus accionistas tiene a JP Morgan Chase, Vanguard Group y State Street Corporation. Y la señal responsable de su emisión en Estados Unidos, Telemundo de Comcast, propiedad de estos dos últimos bancos, junto al fondo de inversiones Black Rock, entre otros. Así como los otros canales repetidores de la serie como Telefé de la multinacional española Telefónica y Blim del magnate mexicano Emilio Ázcarraga.
En ese sentido, el caso colombiano merece una mención aparte porque termina de mostrar el grado de profundidad desde donde parte esta agresión cultural contra el chavismo.
El actor
Por eso destaca que Andrés Parra haya sido elegido para el papel de Hugo Chávez. Ya que pocos lo conocen por su nombre o por su larga trayectoria, más allá de su papel como Pablo Escobar en la serie El Patrón del Mal.
Esto no es casualidad porque se trata de jugar con el imaginario de la audiencia para que asocie inevitablemente a los dos personajes. Ya que se reconoce que Escobar fue uno de los personajes más nefastos de la historia de Colombia. Y para los señores detrás de esta serie, Hugo Chávez fue lo mismo para Venezuela.
De esta manera, buscan instalar esta idea en la mente de la gente, que en muchos casos considera que lo que diga la televisión es verdad. A su vez, al elegir al actor más popular y con más prestigio de Colombia, se le da mayor legitimidad a la serie y a su relato del personaje.
En esa dirección, para legitimar esta elección del actor, diversos medios han venido entrevistándolo y elogiando su supuesto parecido con Chávez. Quienes realmente lo han visto y oído, se darán cuenta de que no es para nada así. Lo que claramente sucede cuando el personaje a representar es tan especialmente particular y la línea es hacer una caricatura de él en vez de una representación fidedigna.
Para eso, según Parra, Sony Pictures le impartió un adoctrinamiento con periodistas e historiadores venezolanos para que “lo empaparan sobre el fenómeno de Venezuela, la guerra de la independencia y el culto a Bolívar (sic)”. Claro está que si Moisés Naím fue el creador de la serie, naturalmente se deduce la línea antichavista y antibolivariana con la que Parra se aproximó a su papel, borrando cualquier tipo de neutralidad y objetividad sobre la figura de Chávez.
El caso colombiano
Justamente esta falsa objetividad se va al traste cuando se observa quién es el dueño del canal RCN, a cargo del estreno mundial de la serie. Se trata del grupo de Carlos Ardila Lulle, quien además es propietario de gran parte del mercado de bebidas y fútbol del país. Su patrimonio era para el año 2016 de 5 mil millones de dólares‚ posicionándose como uno de los más ricos e influyentes de Colombia.
Dicho así suena como un nombre corporativo más, sin embargo, Ardila Lulle es uno de los principales financistas del partido de Álvaro Uribe Vélez, el Centro Democrático, y su marca de refresco, Postobón, fue señalado por el líder de las Autodefensas Unidas de Colombia, Salvatore Mancuso, de haber pagado parte de sus actividades paramilitares a cambio de operar en sus zonas de influencia.
Para nada es casual entonces que este grupo activamente aportara dinero a la campaña del NO en el plebiscito sobre los acuerdos de la paz con las FARC. Y que su canal RCN se destaque por defender al uribismo y al paramilitarismo, tildando, incluso, a cualquier iniciativa política fuera de este espectro como “castrochavista”.
Su activa campaña por posicionar a El Comandante en su audiencia sólo termina de poner “blanco sobre negro” acerca de uno de los orígenes de esta agresión cultural contra el chavismo.
No por nada está creada por un confeso operador financiero como Moíses Naim, financiada por productoras y canales de grandes corporaciones, y retransmitida por un canal propiedad de un financista del paramilitarismo colombiano.
El objetivo de esta agresión cultural está dirigida no sólo a lastimar el principal referente ético y político del chavismo, sino a contribuir con el rompimiento de nuestros vínculos con la historia reciente de nuestro país, con nuestras batallas y victorias, con lo que somos como narrativa y épica ante la historia. Y en este formato donde las nuevas guerras se disputan (en el imaginario cultural), lo que a su vez explica por qué es por esta vía que los cartuchos se accionan. Buscan, nuevamente, debilitar nuestra memoria, cohesión y expectativas de futuro, factores intangibles que en medio del desgaste que induce la guerra sostiene en pie a Venezuela.