Los vecinos de la calle 13 en el Vedado tuvieron una noche previa al 1ro. de mayo, digamos que atípica. Cerca de la intersección con Paseo, acamparon los aguerridos jóvenes que cerrarían el desfile al día siguiente.
Como había adelantado el Secretario General de la CTC en La Habana, dichos jóvenes “harían temblar la Plaza y serían un fiel reflejo del protagonismo de las nuevas generaciones en el estudio, el trabajo y la defensa, sus trincheras de siempre”.
Movilizados desde temprano en la madrugada y depositados allí, los aguerridos decidieron pasarla bien como si de una acampada se tratara; y antes de hacer temblar la Plaza, pusieron a temblar el barrio: sacaron sus botellas, improvisaron la percusión y algún previsor aportó una trompeta. Pero la música improvisada no compite con un parlante derramando reguetón. Y así estuvieron “compartiendo” su entusiasmo con los vecinos.
Con el desfile, la tranquilidad volvió y el vecindario pudo constatar los efectos de la acampada: Botellas vacías y otros detritus.
–!Mojones y condones!, !Eso es lo que nos ha dejado el primero de mayo!– exclamó indignado un anciano de la zona a quien le tocó limpiar el pasillo divisorio de su edificio.