Molí del Mig, el descanso del guerrero.

Por Baco Y Boca @BacoyBoca

Es curiosa la sensación de visitar por primera vez un lugar y pensar "¿Cómo no sabía yo nada de este sitio antes?". Esa es la pregunta que nos hicimos al conocer el Molí del Mig, en Torroella de Montgrí.

De hecho, el Molí del Mig es un hotel gestionado por el grupo hotelero en el entorno único del Baix Empordà que se convierte en un "cuartel general" idóneo para todos aquellos que quieran disfrutar de lo mejor del territorio como la misma Costa Brava, las marismas del Baix Ter o las Illes Medes entre otras cosas.

Al llegar al Moli del Mig te das cuenta de que se encuentra en un lugar privilegiado y que debe ser un hotel perfecto para descansar. Fuera de lugares de paso, siendo necesario desviarse de la carretera para llegar, es un oasis dentro del Parc Natural del Montgrí con un edificio que se integra a la perfección. Al pasar por la recepción para poder acceder el restaurante exterior, se percibe en la decoración cómo se han combinado con gran acierto las partes más modernas con las más antiguas logrando un equilibrio entre los dos extremos conseguido por el arquitecto Josep M. Deulofeu.

El Molí del Mig ofrece una cocina empordanesa con toques creativos, si bien es cierto que conviven dos espacios que son adaptados a la época del año en la que pueden resultar más apetecibles: su restaurante cubierto, pensado para cuando ya no resulta tan agradable comer al aire libre y su terraza con barbacoa para los meses más calurosos.

Igual que los espacios se adaptan al clima, también lo hace su oferta gastronómica y en verano, la barbacoa y las elaboraciones más ligeras toman el protagonismo hasta llegar al otoño, cuando otro tipo de platos lucen el producto local y las recetas tradicionales de l'Empordà.

La oferta gastronómica veraniega se disfruta en una parte de las 7 hectáreas totales de jardín que le rodean. Allí parece que el tiempo se ralentiza en un ambiente relajado, tranquilo y cómodo. Si bien su carta ofrecía ensaladas más que tentadoras, nos dejamos sugerir y como primeros tomamos dos entrantes perfectos para el verano: una sopa fría de melón con jamón muy sabrosa que ayudaba a bajar la temperatura y unas gambas a la barbacoa que no podían ser de otra procedencia que Palamós servidas en su punto perfecto para conseguir apreciar todo su sabor.

Para los segundos, no había duda de que debíamos probar su barbacoa. Los platos ofrecidos eran equilibrados en carnes y pescados y verduras de temporada, pensando en dar solución a todo el público posible. Igual que en los primeros platos, la duda nos hacía titubear entre varias opciones y volvimos a confiar en el consejo de los profesionales de su equipo, eligiendo un entrecot, servido con patatas fritas caseras y pimientos del padrón (una guarnición que nunca falla) y un pulpo a la brasa con verduras de temporada que salía de los típicos vistos que se acompañan solamente de parmentier de patata y que resultó un gran acierto.

El Molí del Mig ha sido uno de los descubrimientos de este verano que se quedará como restaurante a visitar siempre que podamos. De hecho, vimos algunos de los platos de lo que podríamos llamar su "carta de invierno" como un arroz seco con pato que a la que podamos, caerá.

Tenedlo en cuenta si vais por la zona, sea la época del año que sea. Es más, si podéis ir a pasar unos días, estoy segura que pueden convertirse en una de esas "renovaciones" que tanto nos hacen falta de vez en cuando, para el cuerpo y para el alma.

Para más información, podéis visitar su web: www.molídelmig.com

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