Aunque no muchos lo saben, Mallorca ha sido llamada en algunas oportunidades la “tierra de los molinos de viento”, ya que pueden encontrarse más de 2000 de ellos diseminados a lo largo de la isla. Muchos de ellos pintados con brillantes colores y en gran estado de conservación, en tanto, otros, no cuentan con mantenimiento y comienzan a acusar cada vez más el paso del tiempo.
Los molinos de viento fueron construidos originalmente con el fin de extraer el agua del suelo y colaborar con la irrigación de las granjas, y, dada la ausencia de ríos y arroyos naturales en la isla, se multiplicaron por doquier.
El área donde pueden verse en mayor cantidad es detrás del aeropuerto de Palma y el camino hacia Manacor.
Con la llegada de nuevas tecnologías y el impulso de la generación actual por tomar aquello antiguo e imprimirle sentido una vez más, se ha generado una tendencia de adaptar los molinos a la era eléctrica. Según los estimados, toma sólo alrededor de 8 años recuperar el capital invertido.