Bien es cierto, que en algunos momentos, hay conversaciones que nos aburren, que no nos interesan para nada, y preferiríamos estar en cualquier otro lado. Por contra, también hay momentos, en los que necesitamos nuestro mundo de abstracción, un lugar donde refugiarnos, y tener a alguien en quien confiar. El problema viene, cuando no puedes confiar en nadie... ni siquiera en la persona con la que estás hablando, y te mira con sumo interés, pero no le importa nada tu vida, ni lo que le estás contando.Para estos casos, lo mejor es buscar a alguien que te conozca, que te comprenda, que sepa de tu vida, comparta tus secretos más íntimos y poder reflexionar juntos... no aprovecharse del primer incauto que te presta orejas.
¡Por favor, un poco de piedad, señores hablantes!