Desde Granada
Día auténtico de invierno, el sol mete tímidamente los rayitos de sol a través del cristal, te deslumbra en la cara, y te acaricia suavemente el rostro calentándolo suave y lentamente. Pero fuera hace un frío que te corta el sentío, porque ha nevado. Sí, sí, en Granada allá al sur, en invierno nieva y por las mañanas hay que ir enfundado, sino quieres ser una figurita del museo del hielo.
Luego llega la primavera y es especial, las calles se inundan de paisanos, y montón de turistas. Turistas y paisanos que gustan de convivir y aprender cosas nuevas. Calles llenas de colores, olores a jazmin y galán de noche. Preparándonos para algunos festivales. Gentes abiertas, algo llorones, pero que lo olvidan pronto con una cañita, un vino y por supuesto "la tapa". El otoño es tan colorido y oloroso como la primavera, pero más fresquito, llamando a la puerta de un maravilloso invierno. El otoño es tranquilidad, amarillos, dorados, y tostados, y al fondo en el "Veleta" las primeras pinceladas de blanco. A ver si este año aprendo a esquiar.
Días de descanso, cansancio, playa, playa, y más playa, aunque sean por los cantos rodaos, da igual, el agua está tranquila y caliente (es lo malo). Mañana toca excursión, al otro viaje a un castillo, y en tres días visitamos las alpujarras. Es que es donde mejor se duerme en verano, con mantita y todo.Aquí empiezan mis primeros pinitos artísticos, aprendiz de algunas cosas. Es hora de partir. Preparo las maletas; destino Puerta de Atocha.¡Fijaté! que llego en ¡¡Juergues!!, .... ¡guay, mola!.