El “enfant terrible” llama la atención no solo en lo que concierne a su modo de filmar, sino también en lo que respecta a la dirección de actores (el trío principal redondea una performance excelente). El realizador de
Les amours imaginaires opta por un formato cuadrado bastante peculiar de modo que el espectador no se distraiga con elementos externos que ocupen lugar en los escenarios. Es así como Dolan, a través de este formato, prácticamente nos obliga a enfocarnos de lleno en los protagonistas y en sus expresiones.A veces genial y a veces algo pretencioso, el canadiense nos regala un par de secuencias emotivas y brillantemente combinadas con un soundtrack que acompaña, contagia y a la vez eleva el grado de enlace del observador con el film (mención especial al pasaje en el que suena Wonderwall de Oasis). El nacido en Montreal sabe cómo saltar de un estado a otro y conseguir que el público experimente una variedad de sensaciones entremezcladas y cambiantes, pero también suele pecar cuando da la sensación de que se enamora de sus productos, excediéndose o extendiendo peligrosamente los momentos en lugar de cortarlos a tiempo.Mommy contiene referencias y detalles variados. Algunos de ellos resultan más detectables que otros (como sucede con el tema Vivo per lei en la secuencia del karaoke). Es factible que a la película le sobren algunos minutos y unas pizcas de histeria (de a ratos puede llegar a irritar), no obstante, se percibe sumamente intensa, opresiva y distinta, prestándose a debate y saliendo airosa al ser poseedora de mayor cantidad de elementos positivos que negativos.LO MEJOR:las interpretaciones del trío protagónico. Con importantes niveles de intensidad. Polémica, ideal para debatir.LO PEOR: da la sensación de que le sobra metraje.PUNTAJE:7