Mónaco. El lujo concentrado

Por Nacho22 @nuestromundovia

Difícil de olvidar la visión que se nos abrió ante nuestros ojos a medida que el Eurodam se iba acercando a la bocana del puerto de Mónaco. Un enjambre de torres y edificaciones de todo tipo copando el más mínimo espacio disponible, espectadores de hormigón y cristal dispuestos como en un anfiteatro, cuyo escenario era el puerto de Mónaco, y el actor principal nuestro querido Eurodam. Después de El Vaticano, es el estado independiente más pequeño de Europa, y está situado en la costa mediterránea de Francia, a muy poca distancia de la frontera italiana. Una vez que curioseamos desde las cubiertas más altas del Eurodam los inmensos yates del puerto y los diferentes barrios del Principado, nos dispusimos a desembarcar e iniciar nuestra exploración de la ciudad. Porque por muy pequeño que sea el principado, éste consta de cuatro barrios, o distritos que es más fino, principales. La ciudad de Mónaco está en un promontorio rocoso que domina la costa. El Palacio es el hogar de la familia Grimaldi, la casa gobernante más antigua de Europa. La Condamine es la zona que rodea al Puerto; Monte Carlo es el principal lugar de negocios y entretenimientos varios; mientras que Fontvieille es una zona residencial.
Desembarcamos por la mañana y lo primero que quisimos hacer fue dirigirnos al corazón de la ciudad donde se encuentra Monaco-Ville, con la bonita Place du Palais que alberga el grandioso palacio perteneciente a la  familia Grimaldi. Pero antes fuimos dando un pequeño paseo a orillas del Mar Mediterráneo en busca de los ascensores que nos subirían hasta la misma puerta del museo oceanográfico. Erigido sobre uno de los acantilados, este edificio se alza imponente frente al Mediterráneo. La historia de los Grimaldi, llena de lujo y con tragedias, infidelidades, divorcios... añade un toque diferente a Mónaco y ayuda a mantener el glamour de la ciudad, junto a la inestimable ayuda de ser un paraíso fiscal en pleno corazón de Europa.
Mónaco es una ciudad muy fácil de explorar debido a su compacto tamaño. El centro de Mónaco está lleno de calles comerciales y lugares para sentarse a comer o tomar algún refrigerio, aunque los precios no son especialmente asequibles.  Monaco-Ville, como dije antes, se encuentra más arriba, y alberga el Palais du Prince y el conjunto de edificaciones con más encanto de toda la ciudad. Las vistas son estupendas desde este mirador natural. Desde las torres de apartamentos levantadas caóticamente de  Monte Carlo hasta las pequeñas y estrechas calles de la parte más antigua de la ciudad. En la otra parte de Monaco-Ville se encuentra el Port de Fontvieille, lugar de ocio y emplazamiento de algunos de los museos de Mónaco, mientras que hacia el nordeste se encuentra el famosísimo Casino de Monte Carlo. Dedicamos toda la mañana a esta zona del Principado, callejeando por las turísticas calles, dedicando un tiempo al museo oeanográfico para acabar en la Catedral de Mónaco, donde a parte de contemplar  su arquitectura, también es centro de atracción las tumbas de Raniero y de Grace Kelly.



Después de un merecido descanso para almorzar, y una vez recuperadas las fuerzas, tomamos el barco-bus que por un euro te cruza al otro lado del puerto y te deja a los pies del famoso Casino de Monte Carlo, y justo delante de la salida del túnel que pasa por debajo del Palacio de Congresos que tantas veces habremos visto en el gran premio de Mónaco F1. Y llegamos al casino, un recargado y pomposo edificio del siglo XIX, con bastante encanto y lleno de sudorosos turistas con chanclas y camisetas de tirantes que, como han pasado por caja que es lo único importante en Mónaco, le dan un contraste cuanto menos curioso a las salas de juegos, donde se mezclan con jugadores de ruleta elegantemente vestidos. En la misma plaza se encuentra el lujosísimo Hotel de París, que expone en su exterior sin recato la valiosa colección de coches de lujo de sus afamados clientes, y que hacen las delicias de los paseantes.


Una vez que ya nos cansamos de tanto lujo y poderío, dimos una vuelta por la zona comercial que envuelve al casino para ir a reposar a la terraza del hotel Miramar. Emplazada en un lugar privilegiado con unas vista envidiable del puerto y de sus ostentosos yates y muy cerca de la mítica curva de Santa Devota en la subida hacia el casino. Eso si, los mojitos a catorce euros aunque a la hora que llegamos  nos beneficiamos del "happy hour" que ayudó a nuestra economía. Disfrutamos mucho de ese momento y de la bendita sombra de los toldos en ese caluroso día de primavera. Luego fuimos paseando por el puerto con el objetivo de ir a visitar el distrito de La Condamine, algo que en principio se presumía  fácil, pero que en la práctica se tornó complicado por los cortes de calles y diferentes parafernalias de la preparación del Gran Premio de F1 de Mónaco, y que hacía complicado desplazarse o encontrar los ascensores. Afortunadamente, un simpático y amable residente en Mónaco se ofreció a guiarnos hasta ellos, mientras aprovechaba el trayecto para hacernos un pequeño interrogatorio acerca de nuestro crucero en el Eurodam. Y la verdad que esta fue una de las zonas del Principado que más nos gustó. Y la razón no es otra que fue donde más pudimos vivir la vida local y donde menor número de turistas había. Bares y terrazas donde a esa hora (alrededor de las ocho de la tarde) se reunían muchos residentes monegascos después de su jornada laboral y cuyo epicentro es la animada Place d´Armes.Y de esa forma iba acabando nuestra estancia en Mónaco. Subimos a bordo del Eurodam para darnos una refrescante ducha y vestirnos para bajar a cenar. Y el remate no pudo ser más especial. Una estupenda mesa en medio de las cristaleras de popa del restaurante Rembradnt, con todo  Mónaco iluminado ante nuestros ojos mientras conversábamos acerca de las impresiones que nos había causado este pequeño país en plena Costa Azul.


En Mónaco es muy complicado encontrar un solar sin edificar

Las estrechas calles de Mónaco-Ville
El imponente edificio del Museo Oceanográfico

La concurrida Place des Armes


Bonita vista de Fontvieille

Cruzando el puerto a bordo del barco-bus Fiesta de la revista Elle a bordo de un yate. Cámaras, fotógrafos, famoseo, alfombra roja....