Europa durante el siglo XVII y principios del XVIII, se vio sacudida pornuevas ideas revolucionarias, que cambiarían la vida del hombre a partir de entonces. Si el Humanismo había quitado la total atención en Dios para ponerla en el hombre, ahora la Ilustración, daba la primacía a la razón humana. Siendo entonces la razón, una luz poderosa que acababa con las tinieblas de la ignorancia y el atraso.
Estas nuevas ideas se difundieron ampliamente en Europa, en especial en Inglaterra y Francia; y aunque criticaba al sistema absolutista, reinante en la ápoca, varios monarcas europeos, adoptaron esas ideas, con el fin de "modernizar" a sus naciones, de modo que esas nuevas ideas quedaran conciliadas con la actitud paternalista de Su Majestad. Reyes y Reinas aceptaron de buena gana estas ideas nuevas que, aunque atacaban el orden establecido, estos estaban seguros de que eran sinónimo de modernidad. Tal es el caso de (¡las damas primero!) María Teresa I de Austria, Catalina la Grande de Rusia, Federico II el Grande de Prusia, Carlos III de España o Gustavo III de Suecia. E incluso invitaron a sus cortes a filósofos como Diderot o Voltaire, a quienes admiraban y recibieron en sus cortes Catalina de Rusia y Federico de Prusia, respectivamente.
La Ilustración tenía una forma de expresarse artísticamente, y eso era el Neoclasicismo, que a través de sus formas sobrias, rechazaba la pompa y la exageración del Barroco, como la Ilustración hacía del Absolutismo. Incluso a través de esta moda, los monarcas mostraban su tendencia ideológica, ya sea en la arquitectura, la pintura, música o cualquiera de las demás artes.
El lema del Absolutismo ilustrado era, Todo para el pueblo, pero sin el pueblo. Un ejemplo de la aplicación del sentido que tenía esta frase, y que resume este pensar, son las Reformas borbónicas que estableció Carlos III en España y sus colonias americanas, en las que al juicio de él, eran lo mejor para el Imperio español, y sin importar la opinión del pueblo; como la disminución del poder e influencia de la Iglesia. Se dice, que cuando el virrey de Nueva España, el Marqués de Croix, ejecutó la expulsión de los jesuitas dictada por Carlos III como parte de las reformas, la gente se inconformó y ante ello, replicó "De una vez para lo venidero, han de saber los súbditos del Gran Monarca que ocupa el trono de España, que nacieron para callar y obedecer y no para discutir ni opinar".
Es curioso, que aunque los Estados Pontificios gobernados por el papa no aceptaban muchas de las ideas ilustradas, la Compañía de Jesús sí lo hacía, y dado que uno de los ministerios de dicha orden era el de la educación. Muchos jesuitas adoptaron las ideas ilustradas, justificando su postura tanto en la religión como en la razón, reconciliando a la Iglesia con la Ilustración.
Con todo y que los monarcas ilustrados favorecieron las ciencias y las artes en sus naciones, ello no fue suficiente para contentar a sus súbditos. Pues las mismas ideas que apoyarían le cortarían la cabeza al rey de Francia, alzaría a trece colonias contra Inglaterra, e inspiraría la independencia de los virreinatos españoles en América.