Este es uno de esos tesoros naturales que merece la pena descubrir y además compartir. Parece increíble que en una zona inicialmente seca, se manifieste tanta vida y color, sobre todo en la primavera.
Fundado en el s. XII, de estilo gótico y barroco, aunque el Monasterio fue calificado como Monumento Nacional en 1.983, todo el conjunto incluido el parque se declaró como Histórico en 1.945. El recinto contiene como elementos principales la iglesia románica, a la que se accede desde el claustro y monasterio, y la torre de estilo mudéjar.
El recorrido del parque se encuentra señalizado por unas flechas azules y rojas y con sucesivos carteles informativos, no hay forma de perderse ninguno de los puntos destacados. Algunos de los que más me impresionaron, Lago del Espejo, Cascada de Caballo, Cascada la Caprichosa, Cascada Trinidad, Cascada y Gruta Iris o la Peña del Diablo.
La entrada al parque son 15€ con la que puedes entrar y salir tantas veces como desees en el mismo día. A la entrada del mismo tendréis la oportunidad de haceros una foto de grupo o con aves del parque, que posteriormente podréis adquirir.
Para comer, se puede llevar comida propia (en ese caso extremar el cuidado para preservar el entorno), o el menú en el restaurante del recinto.
Y si todavía tenéis ganas de más actividad, existen rutas de senderismo y de turismo enológico, para finalmente relajarse en el spa y el hotel.
En definitiva un prodigio de la naturaleza, que no está en ningún país lejano, y que deberíamos visitar y disfrutar.