Mondovino, un documental de Jonathan Nossiter

Por Jmbigas @jmbigas
Como aficionado al mundo del vino, tuve ocasión recientemente de ver la película documental Mondovino, dirigida de modo casi artesanal por Jonathan Nossiter. Esta película fue presentada en el Festival de Cannes de 2004.

Aimé Guibert, creador del
Mas Daumas Gassac
(Fuente: thebestofwines)

Se trata de ilustrar los grandes conflictos que se plantean en el mundo del vino, particularmente entre lo que podríamos llamar Viejo Mundo y Nuevo Mundo (y no solamente en el puro sentido geográfico del término). Conviene decir, para no llevarse a engaño, que el documental no es para nada imparcial. La tesis que quiere defender estaba clara desde antes de empezar a filmar. Refleja básicamente el conflicto entre los que entienden la producción del vino como una labor básicamente artesanal, y totalmente ligada a la tierra, al terruño, al terroir, y los que lo viven como un negocio cuyo objetivo es el crecimiento como empresa, y su correspondiente beneficio empresarial, así como el conseguir situar alguno de sus productos entre los más apreciados del mundo, es decir, productos queridos por el mercado que está dispuesto a pagar altos precios por ellos. Porque este segmento es, desde luego, el de mayor margen.

Robert Parker, el gurú internacional
(Fuente: vinos-blog)

Por supuesto, una tesis tan completamente maniquea tiene sus personajes, los buenos y los malos. Los buenos defienden la tradición, el hecho de que cada tierra es capaz de producir su propio vino excelente, si se cuida convenientemente. Pero siempre un vino característico de esa tierra. Los buenos tienen en mucho valor el hecho de que el negocio se mantenga a una escala familiar, sin caer en veleidades de otro tipo por el prurito de crecer más allá de lo que se ven capaces de controlar.Los malos, por el contrario, defienden las ventajas económicas de la globalización, de las grandes empresas multinacionales que se dedican a la producción y a la distribución del vino. Y el hecho de que (simplificando un poco, es verdad) la calidad de los vinos se pueda determinar sobre una regla de una sola dimensión, que es la valoración que de ellos realiza el gurú Robert Parker. Parker representaría una figura muy parecida a la que están jugando en la actual crisis económica las agencias de calificación (los Moodys y compañía). En el sentido de que a menudo se constituyen en juez y parte, y tienen que opinar sobre quien les paga.

Hubert de Montille, viticultor en Volnay (Borgoña)
(Fuente: enotecabarolo)

Entre los buenos (los ciertamente nostálgicos, pero defensores de una tradición milenaria) están Aimé Guibert, el creador e impulsor del Mas Daumas Gassac (del que ya he hablado recientemente), o Hubert de Montille, patriarca de una familia de viticultores en Volnay (Borgoña).Los malos se centran en Robert Parker como gran gurú y crítico internacional del mundo del vino. Su propia existencia e influencia en este mercado provoca que productores de todo el mundo se esfuercen en crear vinos que le gusten a Bob Parker, para que este les dé 90 o más puntos en su ya conocida clasificación. En el documental, se entrevista a Robert Parker en su mansión rural de Monkton, Maryland. Otro malo es el enólogo Michel Rolland, originario de la zona del Pomerol en Burdeos. De él cuenta Aimé Guibert que, en una conferencia en Tokyo, su mensaje era muy simple: un gran vino se puede producir en cualquier lugar del mundo; sólo tienen que llamarme a mí para que les ayude.

Michel Rolland, enólogo influyente
(Fuente: ccv.cl)

De Michel Rolland, un personaje extraordinariamente extrovertido y de personalidad arrolladora, cuenta en la película el responsable del Departamento de Vinos de la casa de subastas Christie's de Londres, que, procediendo del Pomerol, ha conseguido que en Médoc se produzcan Pomeroles. Ese es el principio que ilustra el documental, esa globalización que recorre el mundo y que, a menudo, es muy mal entendida. Una globalización que a veces tiende a la banalización, si no directamente a la uniformización.En el frente del mal, destaca, por supuesto la compañía vinícola de Robert Mondavi, basada en Napa Valley (California), que cotiza en Bolsa y que produce vinos en medio mundo, hasta totalizar cifras del orden de los 120 millones de botellas al año. El patriarca (Robert Mondavi, que aparece en Mondovino, aunque en un cierto segundo plano frente a sus hijos Tim y, sobre todo, Michael) falleció en 2008 a los 94 años de edad. Los mercados y la bolsa están atentos a lo que pueda suceder con el capital (en un principio, familiar) de esta gran compañía.

El patriarca Robert Mondavi (fallecido en 2008)
(Fuente: wvgazette)

Mondovino hace una cierta cruzada contra los vendidos al dólar, entre los productores tradicionales de la vieja Europa (especialmente Francia e Italia).Mondavi, en su imparable expansión internacional, tanteó la posibilidad de implantarse en la zona del Sur de Francia, y para ello se fijó en el pueblo de Aniane, justamente donde tiene su feudo Aimé Guibert. Con su alcalde socialista desarrollaron un proyecto muy ambicioso de reconversión de la zona que, según opina Guibert en el documental, consistía en arrasar este bonito valle y plantarlo de viñedos, y poner un panel con Robert Mondavi en él, tan alto que se pudiera ver desde Montpellier o Sête (a más de treinta kilómetros de distancia). Durante el desarrollo del proyecto, hubo elecciones municipales en Francia, y la alcaldía pasó a manos de un comunista, que hizo frente con Guibert en su oposición al proyecto de Mondavi, que acabó fracasando. Según Michael Mondavi, nos tocó el único alcalde comunista de toda Francia, y todo se fue a rodar.

El aristócrata Vittorio Frescobaldi
(Fuente: glieventidelmarchese)

Tras el fracaso de su proyecto francés, Mondavi se volcó en Italia y, en particular, en dos de las grandes familias aristocráticas del mundo del vino en la Toscana: los Antinori y los Frescobaldi. Llegaron a un acuerdo con estos últimos, y construyeron una sociedad conjunta. Cabe decir que los Frescobaldi tienen en propiedad hasta 5.000 hectáreas de viñedos en la Toscana.Por diversas diferencias familiares, uno de los hermanos Antinori, Lodovico, inició un proyecto separado del resto de la familia, y dio nacimiento a la Tenuta l'Ornellaia, en la zona de Bolgheri (provincia de Livorno). Algunos de sus vinos se integraron en la élite que los críticos empezaron a llamar de los super toscanos. Lodovico cedió a los encantos de Mondavi, y les vendió su finca, que pasó a formar parte de la joint venture Mondavi-Frescobaldi. En una ilustrativa entrevista al propietario de una tienda de vinos de la zona, este explica que el vino matriz, l'Ornellaia, se vendía hace tres años por unos 35 Euros (al cambio), y ahora está en 110 Euros. La explicación que da, sin muchos detalles, pero dejando entender con claridad lo que piensa, es que al año siguiente de comprarlo Mondavi, Robert Parker lo calificó del mejor vino del mundo. Con medias palabras, se ilustran grandes conspiraciones.

Lodovico Antinori, impulsor de l'Ornellaia
(Fuente: blogovine)

Una de las tesis de la película es que la mayoría de la zona de Burdeos está echada a perder, porque se ha entregado a la nueva manera. Casi cuatrocientas bodegas son asesoradas por Michel Rolland, y eso influye, claro, en el diagnóstico. Especial dureza despliega el filme contra Château Mouton-Rotschild, una de las perlas de Pauillac, en el Médoc. Hace años (a principios de los 80) se metieron en una joint venture con Mondavi, con la que empezaron a producir el Opus One en Napa Valley, uno de los vinos de California más apreciados en todo el mundo (entre los cien y los trescientos dólares por botella o incluso más, según las añadas).

La familia Mondavi. A la derecha, Robert, el patriarca.
A la izquierda, sus hijos Tim y Michael
(Fuente: sfgate)

De hecho, desde 2004 (la fecha de presentación de la película) ha habido abundantes movimientos corporativos en torno a Robert Mondavi Winery. La compañía cotiza en Bolsa, pero nuevas diferencias entre los hermanos llevaron a la renuncia de Michael como videpresidente de la compañía, y el voto de la familia descendió por debajo del 50% tras diversas ventas y segregaciones. Quizás esas disensiones fueron el precio que pagaron por Mondovino.Pero también ha habido movimientos a este lado del Atlántico. Alix, la hija de Hubert de Montille, que a la sazón trabajaba como enóloga para Ropiteau Frères, en la órbita del todopoderoso Groupe Boisset, estableció su propio negocio con su hermano Étienne. Entendiendo lo de negocio en el sentido borgoñón, es decir, que vinifican uvas propias de los dominios familiares, pero también compradas a otros productores de la región o incluso mosto adquirido a terceros.

Piero Antinori, capo de una de las grandes
familias toscanas del vino
(Fuente: theworldwidewine)

Quienes siguen impertérritos con su andadura en solitario son la familia Guibért y su Mas Daumas Gassac, en Aniane (Hérault). Como portaestandartes de la marca Sud de France, de los vinos del Languedoc, de la agricultura ecológica y amiga de la naturaleza y del paisaje, y de la capacidad que cada terroir tiene para dar una expresión característica a sus grandes vinos.Aunque no los he visto, parece que del material recogido para esta película se acabó produciendo una serie con el mismo nombre, con hasta diez episodios de una hora cada uno. Con esa extensión, posiblemente el maniqueísmo máximo del documental quede mitigado por una mayor profusión de datos y testimonios.En resumen, Mondovino es una película muy interesante para todos los amantes del mundo del vino, siempre que se sepa trascender de su evidente maniqueísmo, y se vea en su desarrollo la ilustración de los conflictos de concepto que viene sufriendo este sector en las últimas décadas. Poderoso caballero es Don Dinero.Un conflicto en el que no hay ni ganadores ni vencidos. Sólo concepciones radicalmente diferentes.JMBA