¡No es verdad! ¡No es verdad! ¡Antes de que la luz se apague vas a ser feliz otra vez!En su todavía breve (pero meritoria) andadura, la editorial Automática está apostando bastante por la narrativa rusa. A las recuperaciones de clásicos como Maksim Gorki o Veniamín Kaverin, se les unen contemporáneos destacados como Yuri Buida o Marina Palei. De esta última ha publicado dos obras: Mónechka (La Cabiria de Leningrado) y la premiada El coro. Nacida en Leningrado (actual San Petersburgo) en 1955, Marina Palei estudió Medicina y ejerció la profesión durante unos años, hasta que, a finales de los ochenta, comenzó su carrera literaria, que abarca todos los géneros y le ha valido el reconocimiento de la crítica y los lectores. Con Mónechka, una novela corta escrita en 1990, retrata a un personaje rompedor y políticamente incorrecto: Raimonda, apodada Mónechka, que hace guiños a Cabiria, la mítica prostituta de la película de Fellini.El libro se vertebra en torno a dos pilares: la protagonista, arrebatadora por sí misma; y la narradora, que no es ella, sino su prima, diez años más joven. Este punto de vista de narrador testimonial, pero con un vínculo afectivo con el personaje, aumenta ese aire un tanto legendario de Mónechka, puesto que la diferencia de edad (suficiente para sentir admiraciónpor la prima mayor) y su parentesco (no tan próximo, y por lo tanto no tan tóxico, como si fueran hermanas) da lugar a una mirada fascinada, la mirada de la niña que contempla embelesada las andanzas de su prima, esa adolescente rebelde y caprichosa, incomprendida por los adultos. Aunque el tiempo corre, y la novela no solo abarca la juventud de Mónechka; aun así, el lazo que las une se sostiene, por eso la narradora (que apenas participa en la acción) parece ser quien mejor comprende a Mónechka a lo largo de su existencia. (Se trata de una perspectiva bien distinta de la que habría supuesto elegir como narradora a la madre de la protagonista, por ejemplo, que también aparece y, como era de esperar, no se entiende demasiado con su hija). ¿Y quién es Mónechka? Una mujer «descarriada» que acumula matrimonios, disfruta de la bebida y de otros placeres mundanos. Una mujer libre, que vive con intensidad incluso cuando los proyectos le salen mal, incluso cuando la enfermedad se instala en su vida (porque los excesos, claro, le pasan factura). Siempre a través de los ojos de la narradora, a ratos deslumbrados, a ratos compasivos, conocemos a una Mónechka seductora, excesiva, superficial, divertida. No encaja ni pretende encajar en el rol que la sociedad espera de una chica; ella se guía por el instinto, por el deseo, no se permite el tedio en el que tantas compañeras se consumen. Destaca asimismo la figura de la madre, que la narradora plasma de una forma caricaturesca, una mujer controladora, que, al haber sido educada en otra época, representa unos principios que chocan con el estilo de vida de Mónechka. Sin llegar a ser una novela sobre la relación entre madre e hija, resulta sugerente observar esa polaridad.
Marina Palei
Y todavía hay más: el estilo personalísimo de la autora, corrosivo, plástico, vivaz, cercano al habla coloquial y con sarcasmo y humor negro. Sin concesiones. Los grandes novelistas rusos han escrito dramas en los que tiene cabida (y no solo «tiene cabida», sino que constituye una parte fundamental de su concepción del hecho literario) el humor, un humor socarrón, así como personajes un tanto estrafalarios. Marina Palei domina estos recursos; Mónechka está narrada con un gran sentido de la comicidad y lo grotesco pese a centrarse en la caída en desgracia de una mujer. Su voz suena como una confesión, un monólogo en el que abundan las exclamaciones y otras técnicas para conseguir ese tono teatral cercano a la oralidad que mantiene la atención del lector; un pulso firme que no decae. En fin, muy interesantes y juguetonas las dos: Marina Palei y su Mónechka.Cita inicial en cursiva de la página 99.