Mónica Ojeda: una jugadora en loop

Publicado el 13 noviembre 2017 por Veronicanieto
Mónica Ojeda, Nefando, Avinyonet del Penedès, Candaya (2016)
http://www.candaya.com/producto/nefando/

Cuesta leer novelas arriesgadas hoy en día y más si se trata de novelas escritas por mujeres, no creo que porque ellas no escriban novelas arriesgadas, sino porque pocos editores apuestan por lo que, dentro de poco, será inevitable: las mujeres son la mayoría lectora y ya no podrán ofrecernos cualquier cosa. De modo que los editores tendrán que rebuscárselas para hallar manuscritos con los que sus lectoras se sientan identificadas, sobre todo con respecto a las experiencias femeninas. ¿Qué es la literatura sino comunicación de una experiencia, invención de un mundo propio, transmisión allá en el lector de algún tipo de emoción o interrogante?


Nefando me sorprendió en este sentido. Me gustó su estructura desordenada, su prosa veloz, poética por momentos y sencilla a un tiempo. Digamos también que apenas puede escapar de Bolaño, pero esto ya es la marca de una generación.
Hablemos de la peripecia, aunque apenas si encontramos aquí un hilo narrativo (tal vez su punto más flojo): seis compañeros de piso en Barcelona que pivotan alrededor de un videojuego llamado Nefando, algo, por lo visto, bastante oscuro y pornográfico. Tenemos entrevistas a los personajes y tenemos una novela pornográfica intercalada. Tenemos comentarios en la red de las experiencias sobre el videojuego (tal vez el capítulo más interesante). Tenemos incontables reflexiones sobre el lenguaje, la escritura, la sexualidad, la pornografía, la violencia, la infancia.
Digamos que la experiencia de lectura de Nefando se parece bastante a la descripción que se da del propio videojuego:
"Podría decirse que era un juego para voyeuristas porque ibas checando y dándole clic a cosas y a través de eso te enterabas, a veces sí, a veces no, de lo que pasaba, que al final era siempre nada, o al menos así fue al principio. La nada ocurría todo el tiempo, repetida en loop, porque Nefando no estaba hecho para complacer a nadie a excepción de sus creadores. Por eso digo que no era un juego, aunque simulara serlo: porque trascendía todos los géneros conocidos y se situaba en una especie de limbo de la impostura."