Buenos días,
Hermanos, el evangelio de hoy viene a recordarnos que Dios nos ha concedido un número de dones especiales a cada uno, los cuáles no debemos dejar guardados improductivamente, desperdiciándolos, sino ponerlos a trabajar y dar por medio de ellos enormes frutos de caridad y generosidad para la mayor gloria del Señor.
Dispuestos a poner nuestros dones al servicio del prójimo, nos ponemos de pie y damos inicio a nuestra celebración eucarística con el canto de entrada.