El argumento como toda película de serie B, es bien simple. En medio de un cementerio abandonado, se va a celebrar un combate de lucha libre épico, pues los combatientes, son ocho de los monstruos más famosos del cine, y la lucha va a ser a muerte, hasta que solo quede uno, el ganador.
Por supuesto, a la película había que pedirle muy poco, pero por lo menos, algo más de buen humor negro, pues contado el primer chiste, el resto es todo lo mismo, y ya no resulta gracioso. Se podrían haber aprovechando mucho más, no solo los combates en si, y a los comentaristas que están narrando los combates, sino que las presentaciones de los monstruos podrían haber estado mejor elaboradas, y permitiendo por lo menos algo más a la película que tan solo ver una serie de combates de lucha libre americana, pero con luchadores disfrazados de monstruos.
El ritmo narrativo del director Jesse T. Cook, es bastante tedioso, y las actuaciones penosas, de hecho, estas deseando que uno de los presentadores (el de gafas al lado de las dos chicas), se lo lleven pronto algún ataque de monstruos, algo que no ocurre, y resulta uno de los peores y más aburridos personajes escritos de serie B.