Supongo que todos conocéis el queso de tetilla, pues es uno de los quesos más representativos de la gastronomía de Galicia, con denominación de Origen desde 1992. Está elaborado con leche de vaca de raza gallega y su forma recuerda a una mama o "tetilla", de ahí el nombre. Es un queso de sabor suave, textura cremosa con sabor ligeramente ácido.
Es curiosa la historia de este queso, puesto que en el siglo I d.C Plinio nos habla ya de unos quesos exquisitos que se consumían en Gallaecia (Galicia) a los que él denomina "mamulas lactem" (mamillas de leche). Otras teorías aseguran que el queso procede de un convento de monjas del siglo XI. No obstante, los primeros testimonios contrastados e irrefutables sobre este queso, se remontan a 1753, cuando en una carta, Juan Bermúdez de Novoa, capellán de San Xoán de Torés (As Nogais, Lugo) anuncia el envío de " dos tocinos, una pierna de vaca, media docena de quesos; tres docenas y media de tetillas; tres docenas y media de lenguas de cerdo" a su señor el Marqués de Camarasa, como expresión de su afecto.
De todas formas, hay una leyenda popular muy graciosa relativa al origen de la forma que presenta este queso. Dicha leyenda tiene su origen en la Catedral de Santiago, en concreto en dos de las figuras que están representadas en el interior de la misma. Es probable que si alguno de vosotros ha ido alguna vez a visitar el templo acompañado de un guía, sepa ya la historia. En el conocido Pórtico de la Gloria, se representan, entre otros, a los profetas Isaías, Moisés, Jeremías y Daniel. Pues bien, este último está representado con una sonrisa muy picarona y dirige su mirada hacia una figura femenina situada justo enfrente. Se desconoce si se trata de la reina de Saba o la reina Esther. El caso es que esta figura femenina que, por lo visto había sido esculpida con unas formas más que sugerentes, tiene sus mejillas ruborizadas, restos de la antigua policromía que recubría las figuras allí representadas. Las autoridades eclesiásticas, escandalizadas por esas voluptuosas formas de la supuesta reina Esther y por la pícara mirada de Daniel, ordenaron reducir el tamaño de los pechos de la reina (¡hoy la pobre está más plana que una tabla!). Dice la leyenda que el pueblo, para protestar por dicha mutilación, decidió dar a algunos de sus quesos la forma de tetilla que tienen actualmente.Por lo que se refiere al grelo, supongo que sabréis que es el brote del nabo y que el principal productor y consumidor de grelos es Galicia, pues con ellos se elabora el caldo gallego y otros platos como el lacón con grelos, propio de Carnavales.Para la elaboración de este aperitivo he utilizado mermelada de grelo. Si, si, habéis leído bien. Una amiga montó hace ya algún tiempo una pequeña empresa familiar dedicada a la elaboración de conservar de frutas ecológicas y artesanas. Esta empresa se llama As Camposeiras.Si pincháis sobre el nombre de As Camposeiras podéis visitar su página y ver una muestra de todos los productos que tiene. No sólo elabora las tradicionales mermeladas de frutas, también elabora compotas, jaleas y mermelada de verduras. Para mi, la mermelada de grelo, al igual que otras que también elabora (¡la de pimientos de Padrón está deliciosa!), ha sido todo un descubrimiento. Tiene un sabor exquisito y es ideal para acompañar tostas o montaditos salados como los que he preparado. Os recomiendo que la probéis.Para hacer esta receta he necesitado:-Una baguette- 250 gramos de queso de tetilla- Mermelada de grelo de As CamposeirasElaboración:La elaboración, como veréis, es complicadísima. Digna de un chef de un restaurante de cuatro tenedores o más. He cortado el pan en rodajas no muy gruesas, lo he tostado ligeramente en una tostadora, le he puesto un trocito de queso de tetilla por encima, un poco de mermelada sobre el queso y ....listo. ¡¡¡ Difícil!!! ¿eh?. Aquí os quedan las fotos de estos montaditos, sólo las fotos, no os vayáis a pensar, porque los de verdad en casa volaron rapidísimo. ¡Estaban deliciosos!