Desde Aremd, contemplamos los nogales que llegan hasta el pueblo de Imlil y, más allá, el valle que pasa por Asni y Tahanout hasta llegar a Marrakech. Pero Marrakech no es el Tubkal pese a que nació en el siglo once de la mano de los almorávides bereberes como avanzadilla militar y comercial, porque en las montañas se dedican con mucho esfuerzo a la agricultura y la ganadería, pero también fueron quienes abrieron grandes rutas comerciales con todo el mundo, a través del mar. Unificaron Marruecos y, después saltaron a España al mando de Yusuf ibn Tasufin reunificando los reinos de taifas en sus peleas contra el rey cristiano Alfonso VI.
Ha tenido momentos de mayor expansión y otros de decaimiento. Ya en el siglo veinte, cuando era protectorado francés, fuera de la amurallada medina se construyó una moderna ciudad con materiales de color rojo que produce una visión brillante desde la distancia, la vieja medina se degradaba dentro de sus antiguas murallas.
Nosotros nos alojamos en un lujoso riad del interior. Marrakech no es el Tubkal, pero en su corazón pasamos varias horas y vimos sus entrañas, paseamos sus entrañas. La Jemaa el Fna, la gran plaza de forma irregular, corazón de la medina desde donde el paseante se puede perder en multitud de callejuelas laterales que nunca parecen tener ni principio ni final, donde constantemente ofrecen al viajero toda clase de utensilios útiles e inútiles, donde se escucha música, consejas, pregones, anuncios, venta y supervivencia de una multitud abigarrada de personas que ignora su mañana y aún así parece tener alguna esperanza en el turismo al que aturde con frenesí.
La mezquita Kutubia rodeada de jardines, es un lugar de sosiego al que los montañeros (ahora mortales turistas) salimos necesitados de relajación y deseosos de contemplar su hermosura. En su entorno, silencio y paz; cuatro minutos de distancia que parecían cuatro mil kilómetros. Desde la distancia, camino de Marrakaech, se ve como la torre más alta de la ciudad; nosotros podemos acercarnos a Sevilla y tendremos una torre construida con las mismas proporciones. A su lado se encuentran las ruinas de una gran mezquita construida por los conquistadores almohades. Desde aquí arranca la avenida Mohammed V, amplia y ajardinada en una hermosa expresión de modernidad.
Se puede visitar Dar Cherifa, café y galería de arte y literatura, punto de encuentro de los grupos culturales de la ciudad situado en un antiguo riad de la ciudad. Nosotros, nos sentamos en uno de los varios cafés que rodean la Jemaa Fna; llevamos tres días de montaña y nos apetece volver a saborear una de las famosas y nunca bien ponderadas bebidas calientes de té, manzanilla u otras diversas hierbas.
Llegamos al aeropuerto después de pasar por La Menara, hermoso, moderno y muy amplio jardín; así nuestra salida de la ciudad fue por este espacio entre olivos y frutales. Este jardín es casi una evolución en miniatura, proyectado en el siglo doce fue edificado y destruido varias veces; desde la segunda mitad del siglo diecinueve hasta la actualidad, este jardín, se ha visto cada vez más embellecido. Entramos al aeropuerto, al avión, a Madrid.
El soñado Tubkal es hoy una realidad, siempre será dureza, esfuerzo, literatura, paz…
Javier Agra.