Revista Sociedad

Monteseirín se cubrió de gloria al nombrar a Arizaga gerente de Tussam

Publicado el 30 junio 2010 por Jackdaniels

El tiempo y la confianza en la razón que nos asiste son a veces los únicos salvavidas de que disponemos quienes nos dedicamos toda una vida a entregar nuestro esfuerzo a otro a cambio de un salario, que en muy escasas ocasiones recompensa en su totalidad la entrega de la que hacemos acto.

El tiempo y la razón han hecho justicia con José Luis Alonso, el conductor de Tussam que se quitó la vida como consecuencia del proceso que se inició de manera arbitraria y sin ningún fundamento contra ocho trabajadores de la empresa por algo que ellos no hicieron. A José Luis, desgraciadamente no le sirve ya de mucho, pero a quienes mantenemos su memoria en ese rincón del corazón inmune al olvido nos reconforta y nos devuelve la esperanza el que un juez haya visto con tanta claridad y haya sabido leer a la perfección cómo sucedieron los hechos y cómo se produjeron las desgraciadas consecuencias que tales hechos acarrearon.

José Luis no era culpable, lo presionaron y acosaron miserablemente hasta que se rindió y decidió quitarse la vida. Ahora quienes ordenaron ese tipo de actuación tan inhumana tendrán que responder ante la justicia por sus actos.

Espero que el alcalde de Sevilla, Alfredo Sánchez Monteseirín, tome buena nota de ello. Porque él, como máximo responsable de la empresa, estaba al corriente de lo que sucedía y no hizo absolutamente nada para detener la barbarie que se estaba cometiendo. Supongo que alguna responsabilidad también tendrá en ello, aunque sólo sea para que le provoque un ligero remordimiento de conciencia, si es que a estas alturas le queda alguna.

El juez estima que, aunque la patología depresiva la causa la detención policial, lo que propicia el suicidio son “el proceso disciplinario íntimamente condicionado a un proceso penal", las declaraciones públicas de los responsables de la empresa y el verse involucrado en "los pactos, acuerdos y temas que se tratan en el seno de una negociación colectiva muy conflictiva, viendo condicionada su situación en la empresa al resultado de esa negociación".

Esta situación conduce a "una agravación tal de la patología que lleva a anular la capacidad cognoscitiva del trabajador y al suicidio", por lo que la relación de causalidad es "clara", porque "si quitamos esa situación de conflictividad laboral no hay hecho o circunstancia alguna ajena al trabajo que pueda explicar por qué el trabajador llega al extremo del suicidio".

Guillermo Gutiérrez, ex vicepresidente de Tussam, y el ínclito Carlos Arizaga, todavía gerente de Tussam, tienen motivos más que de sobra para estar preocupados, porque con una sentencia así, o mucho me equivoco o las puertas están abiertas de par en par para la vía penal.

Con la cantidad de pleitos pendientes, entre ellos varias querellas por presuntos delitos contra derechos fundamentales, estoy seguro que cualquier mortal estaría no sólo preocupado, sino en un estado de ánimo bastante cercano al miedo. Y me consta que la familia del malogrado compañero no va a cejar en el empeño de hacer justicia a costa de lo que sea, porque tienen todo el derecho y todos los motivos del mundo para ello.

En este blog se denunció en su día que las prácticas utilizadas por Arizaga traspasaban muy de largo la legalidad. En ese caso fue en relación a la persona que esto escribe y a otros tres compañeros de la sección sindical de UGT en Tussam. Guillermo Gutiérrez tenía conocimiento de las actuaciones de su subordinado y no hizo nada por detenerlo, como tampoco lo hizo por evitar la muerte de José Luis, o la incapacidad permanente absoluta de otro de los compañeros envueltos en aquel conflicto.

Pero las palabras ya no se las lleva el viento, permanecen inmutables en las hemerotecas y en las páginas de Internet. Y son esas mismas palabras las que ahora pueden acabar siendo el camino que utilice la justicia para que rindan cuentas por sus actos.

Como consecuencia de tales actuaciones están interpuestas dos demandas en el Juzgado de lo Social de Sevilla, una por persecución sindical y otra por acoso laboral contra mi persona. Los juicios se celebrarán en el próximo otoño, será entonces cuando Arizaga tendrá que acudir a dar las oportunas explicaciones a su señoría.

Espero que sea allí donde se vuelva a descubrir la ilegalidad de los métodos que pone en práctica este señor en su trato hacia las personas, porque somos eso por encima de todo; personas.

Y también deseo que sea allí, al amparo de la institución que se jacta de que todos somos iguales ante su presencia, donde su señoría determine si en este tipo de comportamientos existen indicios de delito, porque yo también, como la familia de José Luis, quiero que se haga justicia, aunque los políticos responsables opten permanentemente por mirar hacia otro lado ante hechos tan graves.

La misión fundamental de un empleado público es servir al ciudadano que le paga por ello. Al que han puesto al frente de Tussam, sólo hace falta echar un vistazo a su reciente historial para llegar a la conclusión de que en la ciudad que se dice de las personas son éstas las que menos le interesan, llegando incluso a despreciarlas. El alcalde desde luego se lució el día que lo nombró, se cubrió todavía más de gloria.



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