Por suerte los tiempos y las economías cambiaron provocando que el famoso charco se acortara y nos sea más fácil volver al querido paisito, ese que tantas felicidades nos ha dado a quienes amamos los viajes y nunca nos olvidamos de que, en muchos casos, fue el punto de partida para largarnos a experimentar el mundo más allá de los límites de Ezeiza o de la terminal de Buquebús. Así es como después de cinco años sin estar allí, un día volví.
La primera impresión que tuve fue de que el casco urbano no había cambiado y que por suerte mantenía su estética, sus espacios, sus ,monumentos y los rincones entrañables que le dan ese aire único e irrepetible que siempre queremos encontrar quienes desde hace años la visitamos. Sin embargo, más allá de que el casco histórico y la ciudad vieja mantienen su esencia de antaño, me llamó mucho la atención cierto estilo hiperrealista que definía a nuevos espacios y parecían alzarse como una tendencia que viene con mucha fuerza. Veamos algunos ejemplos:
Ahora bien, más allá de quedar impactado por la bella fachada que tiene el shopping (cuesta creer que en la década del setenta haya sido una cárcel con una historia poco memorable y centro clandestino de detención por donde pasó buena parte de la cúpula de la organización Tupamaros) me sorprendió en la entrada dos sillas rojas de madera gigantescas tales como esas que se instalan en las grandes capitales del viejo mundo y que se convierten en el fetiche de turistas que no tienen reparo ni verguenza en hacerlas escenografía de sus propias tomas. El autor de la obra es el artista plástico Ivan Hansen y levó a cabo las piezas a pedido del gobierno del Uruguay.
Pero el círculo hiperrealista se perfeccionaría un día después, cuando caminando por la rambla hacia la Playa de Pocitos me encontré con las letras gigantes de MONTEVIDEO que reciben a los turistas que vienen desde el aeropuerto y que, recortadas sobre los espectaculares cielos que la ciudad ofrece, se transforma en un punto obligado para inmortalizar el paso por Uruguay. Eso sí, para lograr una foto despoblada tendrán que esperar un buen rato ya que constantemente llegan micros con turistas de todo el mundo que hacen su parada para llevarse el recuerdo en imágenes. Sólo es cuestión de esperar y podrán tener la suya.