Foto: Ayuntamiento de Madrid
¿CÓMO ES POSIBLE que un Ayuntamiento con un superávit anual de mil millones de euros y que ha reducido su deuda un 40 por ciento en dos años no pueda gastar su dinero en mejorar la vida de la gente? ¿Por qué Hacienda quiere meter en cintura al Gobierno de Manuela Carmena por saltarse el techo de gasto y no hace lo mismo con otras Administraciones incumplidoras? ¿A qué viene esta intromisión?Estas son algunas de las preguntas que corroen desde hace tiempo al equipo de Ahora Madrid, convencido de que la tutela semanal de las cuentas municipales no obedece a una cuestión técnica sino política. No parece, por tanto, que estemos ante una inocente injerencia, sino más bien ante una maniobra que persigue otros fines, más allá del legítimo interés en ajustar el gasto para evitar los excesos del pasado.Aun así y para evitar consecuencias más graves, el Ayuntamiento va a cumplir con Cristóbal Montoro sin renunciar a la batalla judicial. Y lo va a hacer corrigiendo el gasto con una retención este año de 238 millones de euros -sobre un presupuesto de 4.500 millones, con unas inversiones previstas de 500 millones- y no de 127, como figuraba en el último plan económico y financiero (PEF) tumbado por Hacienda.Lo que ha desencadenado esta situación es la denegación por tercera vez del PEF impuesto por el Ministerio tras el “incumplimiento sistemático” de la regla de gasto. Madrid la superó en 2015, también en 2016 y, según Hacienda, con los cálculos presentados volverían a hacerlo en 2017 y 2018. De momento, lo que más teme el Ayuntamiento es que las obras comprometidas, singularmente la reforma de la Gran Vía o de la plaza de España, se puedan retrasar y no puedan estar acabadas antes de que termine el mandato municipal. En Cibeles piensan que también estamos ante una cuestión de rivalidad política -es lo que opina el concejal responsable de las cuentas municipales, Carlos Sánchez Mato- dados los “buenos resultados económicos” que está obteniendo el Gobierno de Manuela Carmena. Por eso hablan de trato injusto y discriminatorio. Más que imponer un corsé, lo que lisa y llanamente está haciendo Montoro es asfixiar a los ayuntamientos cumplidores. No todo vale en nombre de la ‘sagrada’ estabilidad presupuestaria que tanto dolor ha causado en forma de recortes. Por si alguien tenía alguna duda, el ministro de Hacienda no puede disimular lo bien que trabaja al servicio de su ideología.