Una mañana del verano de 1965, en la isla de New Penzance, en la costa de Nueva Inglaterra, el joven boy scout Sam desaparece del campamento Ivanhoe sin dejar rastro. Al mismo tiempo, en la otra punta de la isla, Suzy se fuga de su desequilibrado hogar. Acto seguido, sus padres acuden a las autoridades de la isla, pero lo que ningún adulto sospecha es que los dos jóvenes habían planeado fugarse en secreto, adentrándose en la naturaleza para buscar un lugar donde dejar atrás sus problemas y poder estar juntos.
Gracias al universo propio que ha ido desarrollando en cada una de sus más que recomendables películas, el estadounidense Wes Anderson es ampliamente reconocido como uno de los cineastas más personales que han debutado en el panorama cinematográfico de los últimos 20 años. Desde que escribiera Bottle Rocket junto a su amigo, el actor Owen Wilson, sus películas se han ganado poco a poco el favor del público, de la crítica e incluso de varios profesionales del medio, hasta el punto de que el mismísimo Martin Scorsese ha manifestado su admiración por el estilo tan particular de este cineasta. Su sello personal salta a la vista en cada una de sus películas, frecuentemente protagonizadas por personajes que se sienten solos, aislados, con dificultades para integrarse en un grupo social determinado y con ciertos problemas propios. Al drama de sus protagonistas se le suman la narrativa caracterísitca del director, muy ágil y rompedora; los golpes de humor absurdo, un cuidado aspecto visual, con un notable predominio de los tonos ocres y amarillentos en la fotografía; un ingenioso uso de la banda sonora y, por supuesto, la presencia de los actores fetiche del director: Bill Murray, Owen Wilson y Jason Schwartzman.
Después de dejarnos boquiabiertos a finales de 2009 con la sensacional Fantastic Mr. Fox, película de animación stop-motion, Wes Anderson vuelve a la acción real y filma todo un ejercicio de estilo con la igualmente recomendable Moonrise Kingdom, que nos cuenta la historia de dos jóvenes enamorados, cada uno incomprendido a su manera, que deciden desafiar las normas establecidas y fugarse juntos a la naturaleza. De este modo, el guión escrito por Roman Coppola y el propio Anderson presenta ciertas influencias de la comedia de enredos El sueño de una noche de verano, de William Shakespeare, y del viaje iniciático del Huckleberry Finn de Mark Twain para después adentrarse en una serie de situaciones que permitirán explorar los conflictos de un reparto coral, en los que queda patente que el mundo de los adultos suele ser mucho más surrealista y absurdo que el de los niños a los que persiguen a lo largo de la película. A su manera, cada personaje está aislado del resto por sus propios problemas (como ya pasaba en la genial Los Tenenbaums) y cuando colisionan unos con otros estalla el conflicto de una película tan llena de detalles como Moonrise Kingdom; en la que, además, Anderson tiene oportunidad de incluir una sutil crítica al mundo del ejército y sus sinsentidos a través del papel que juegan los boy scouts y su organización en la trama.
Por si esto fuera poco, el aspecto visual de Moonrise Kingdom es deslumbrante, la estética de la película es puro Wes Anderson: la cuidada fotografía de tonos amarillentos, el ambiente retro, el pintoresco vestuario de los personajes y los efectos visuales crean una atmósfera única en la que se nota el sello del director. La banda sonora también ayuda a sumergirnos en este entorno tan peculiar ya sea gracias a canciones populares como Kaw-Liga, piezas clásicas de Henry Purcell o las composiciones de Alexandre Desplat, quien parece haber encontrado lo que el director buscaba después de haber trabajado con él en Fantastic Mr. Fox.
El reparto es otro de los puntos más llamativos de la pelicula. En esta ocasión, Wes Anderson ha sido capaz de reunir a actores tan dispares como Bruce Willis, Frances McDormand, Bill Murray y un recuperado Edward Norton (hacía tiempo que no se le veía en un papel a la altura de su talento), todos ellos perfectos a la hora de retratar a unos personajes un tanto anodinos por los conflictos personales que atraviesan. Les acompañan los debutantes y más que convincentes Jared Gilman y Kara Hayward dando vida a la joven pareja que desencadena la historia. Además, Moonrise Kingdom cuenta con las breves apariciones de Tilda Swinton, el gran Harvey Keitel y un hilarante Jason Schwartzman. Tal vez, como señalaba el amigo Oneyros, la única pega sea que con tantos personajes tan bien definidos no hay tiempo suficiente de entrar en profundidad en los problemas de muchos, y que también se echa en falta más tiempo en pantalla de Schwartzman y la presencia de Owen Wilson.
Ingeniosa, dramática, divertida, un tanto surrealista y protagonizada por unos personajes que dan mucho juego, Moonrise Kingdom supone un nuevo triunfo de Wes Anderson, uno de los pocos directores actuales capaces de imprimir su personalísimo toque propio a cada nuevo trabajo. Sin duda, una de las películas del año.