Sam, Susy y los adultos que los rodean son tan atípicos o excéntricos como los integrantes de la familia Tenembaum o la dupla Steve Zissou y Ned Plimpton. La historia de amor entre dos pre-adolescentes sin cabida posible en el american way of life se convierte entonces en una fábula tan entrañable como las casitas de muñecas que parecen colarse en la recreación de un pueblito escondido en la costa norte de los vastos Estados Unidos y en los lejanos años sesenta.
Algunas postales de la familia Bishop en su prolijísimo hogar parecen inspiradas en las viejas publicidades donde la convivencia doméstica era sinónimo de incuestionable normalidad. Del mismo modo, la rutina en el campamento de boys scouts remite a la consigna de vida ordenada y apacible, tan ligada a la industria televisiva y cinematográfica de USA.
Hay un dejo de nostalgia piadosa en esta caricaturización de un sistema que termina admitiendo al diferente. En este sentido, Moonrise Kingdom. Un reino bajo la luna bien podría ser el título de uno de los libros favoritos de Susy.
Además de una historia encantadora, Anderson propone un elenco absolutamente disfrutable. Da gusto toparse con un Bruce Willis y una Tilda Swinton despojados de los papeles -de acción e híperdramáticos- que los productores suelen adjudicarles. También resulta grato reencontrar a Bill Zissou Murray, Francis McDormand, Edward Norton, Harvey Keitel, Jason Schwartzman y al menos reconocible Bob Balaban.
A la altura de estos actores experimentados se lucen los jovencísimos Jared Gilman y Kara Hayward. Habrá que ver qué les depara el futuro después de esta primera experiencia andersoniana.
Antes de terminar, cabe destacar que Wes volvió a recurrir a Roman Coppola (hermano de Sofía) para redactar el guión de Moonrise… El antecedente de este trabajo nos remonta a 2007 cuando escribieron juntos Viaje a Darjeeling.