No es la primera vez que vemos a un descendiente de algún conocido e importante cineasta, sin superar a su progenitor, realizar un buen trabajo.
Un ejemplo a mano, es el de Brandon Cronenberg, el hijo de David Cronenberg, que nos obsequió con Antiviral en 2012. Aunque, en esa ocasión superó a la más reciente obra de su padre, Cosmopolis.
Luke, apadrinado por su progenitor, valga la redundancia, el cual, ejerce como productor de la película, con un guión escrito Seth W. Owen (Peppers) no ofrece nada nuevo a la vista, pero consigue mantenernos atentos a la sencilla trama y esconder bastante bien la sorpresa final.
Morgan es una sofisticada y sencilla película de ciencia ficción con un toque más artístico que evoca a un dilema moral, que se debate entre el derecho a la vida y la muerte.
Una compañía tecnológica crea una inteligencia artificial, sin ser conscientes de su verdadero potencial. Cuando las cosas comienzan a salirse de su control, deciden contratar a una especialista (Kate Mara) para determinar si acabar con la criatura o mantenerla encendida.
Kate Mara que ya participó en Transcendence, una película de tintes similares a la propuesta de Luke, pero sin tanto efecto especial, no le viene de nuevo enmarcarse en una película progresista de dicho género.
Mara se muestra natural ante la cámara, a pesar de que su personaje de Lee Weathers requiere esa actitud estirada y chulesca de un agente de campo que evalúa daños en un proyecto, un papel que realiza con presteza.
Morgan está interpretado por Anya Taylor-Joy (La bruja) con bastante acierto, aunque en los momentos que tiene que mostrar su enfado en un primer plano de la cara, no parece tan mala como la pintan, en cierta manera forma parte de la personalidad que le dan sus ‘progenitores’.
En el grupo de científicos habría que destacar al gran Toby Jones (Capitán América), que aunque mantiene un registro interpretativo poco novedoso, lo borda como científico. Y en una aparición algo singular, e invitado a la función el Dr. Alan Shapiro interpretado genialmente por Paul Giamatti (La joven del agua), nos brinda la mejor escena del film. El resto de científicos son pequeños peones que rellenan la película dando consistencia pero sin destacar, prácticamente, en ningún momento.
La película requiere de nuestra paciencia como espectadores. Durante la primera media hora, se dedican a presentar a los personajes y plantear la situación con tecnicismos que no merece mucho la pena analizar en profundidad. Llegados el momento en que empiezan a desvelarse algunos puntos claves, éstos no son requeridos para entender lo que está sucediendo.
Va de menos a más y vuelve a menos. Cuando tendría que haber estallado en nuestras narices, la película se enfría y no llega a caer en picado, pero no se atreve a dar el paso que hacía falta.
Desgraciadamente, Morgan no es una película que vaya a perdurar en el tiempo junto con otras magníficas obras enmarcadas en la ciencia ficción. Es entretenida y consigue mantener atento al espectador, gracias a su parte oculta, dicho sea de paso, podría haber sido algo mejor, pero se olvida tan fácil como un anuncio de televisión. Una lástima, apuntaba alto.