Monasterio de la Cartuja, 20/07/2018
“No llegan a dar las 10 y aparece en escena una figura desprovista de artilugios. Un fantasma de carisma vaporoso que refleja el brillo de su armónica en los ecos de las paredes del CAAC. Un ambiente dilatado, de charla intrascendente, de espera entrando en calor con los acordes de un Willie B. Planas que viene presentando su último trabajo Panta Ray, de la mejor manera posible, al desnudo emocional y acústico instrumental.
Un hombre orquesta que poco a poco deja caer el sol por el horizonte, que pasó a paso va metiendo el sonido de su voz entre nuestro tímpanos, cómo las teclas de un piano que acompaña nuestro despertar musical, que arraiga en las raíces del folk para pasearse por nuestro jardín sin prejuicios. Dejando su nombre en nuestro buzón blanco y recordándonos que los sentimientos no entienden de adornos. Si te llega te llega, y si no dale una oportunidad y escúchalo en Spotify.” texto introductorio por Carlos Cubiles.
Un escenario con una disposición semicircular de los componentes de Morgan, hizo honor a la luna que lucía. En el silencio, comenzó a sonar la música y los espectadores, que abrazaban ya los márgenes de lo permitido, permanecieron inmóviles mientras una niña se balanceaba en primerísima fila.Cinco músicos extraordinarios, que sonaron de forma equilibrada juntos. “Estamos los que tenemos que estar y somos los que tenemos que ser“, comentó la líder del grupo.Su sonido, algo folk, pop rock bañado de soul, no parece algo nuevo, pero si especial. Esta es la razón por la cual la crítica musical está destacando su buen hacer en el panorama español.
Nina, lidera la banda con maestría, una joven de 26 años dotada de una sensualidad curvada desprovista de todo accesorio superfluo. Abre el pecho y elevaba el mentón para abrazar el aire con una voz frágil, quebrada y sensual, que bien podría recordar a la de Amy Winehouse, Adele, Erykah Badu o Etta James. Cantó descalza, envuelta en un vestido de flores. Sentada detrás del teclado, del que casi no se separó, salían sus dos blancas manos cerradas en puños cada vez que subía al cielo su rasgada y aterciopelada voz.
Sonaron temas en español e inglés, de sus dos discos, del primero North y del segundo Air. Sin duda me quedo con los temas en inglés que se adaptan más a su tipo de voz.La cantante, visiblemente emocionada por tener un público tan entregado, destacó el maravilloso trabajo de su amigo telonero, Willie B.Planas.Morgan sonó con ilusión y entusiasmo en la noche sevillana. Su canción, oh, oh fue el gran reclamo para el público, que coordinado hizo los coros.
Cuatro años apenas de vida, le han valido a esta banda madrileña para conquistar los oídos de un público variado, entre los que se encontraban buenos coleccionistas y conocedores de música.En la despedida lineal, nada hacía presagiar esa imagen nórdica del grupo: Carolina de Juan ( Nina) a la voz, Paco López a la guitarra, Ekain Elorza a la batería, Alejandro Ovejero al bajo y David Schulthness a las teclas.
Al finalizar el concierto gran parte de los asistentes se dirigieron hacia la salida a comprar sus discos, otros marcharon y pocos se quedaron en el césped bailando.Fue una noche llena de conquistas y encuentros.
Nos quedamos con un buen sabor de boca y una ensoñación musical. ¿Volverán? Esperemos que la magia que nos envolvió no desaparezca. Las paredes del Monasterio reverberan tras el concierto. Salimos dejando atrás un halo de misterio.
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