Este médico practicó cientos de abortos en la Ciudad Condal hasta 2007, cuando la televisión pública danesa publicó un reportaje con cámara oculta sobre las prácticas ilegales de su clínica. Se le acusó entonces de 89 abortos ilegales, cuando alguna de las madres se encontraba incluso en el octavo mes de gestación, pero el Doctor nunca ponía pegas. Así lo reconoce una de las testigos que acudió a la clínica con 24 semanas de gestación. Morín falseaba las semanas de los fetos, para que algunos de 33 semanas figurasen como de 22, dando de esta manera una apariencia de legalidad a sus actuaciones. Para realizar los abortos tardíos, en los que se provocaba el parto a la madre, el equipo médico, bajo las órdenes de Morín, inyectaba Digoxina, un potente tóxico letal, en el corazón del bebé para pararlo y evitar que naciera vivo.
Morín no sólo provocó abortos en mujeres con un avanzado estado de gestación fingiendo que sufrieran daños psicológicos, sino que no le importó realizarlos también en niñas menores de edad, de hasta 13 años según reconoció él mismo en su declaración ante el juez. En conversaciones telefónicas grabadas, se detalla cómo alguna de estas mujeres sufrieron grandes hemorragias mientras se les realizaba el aborto. Se asegura que se deshacía de los restos de los bebés en una potente trituradora que compró, y que utilizaba personal de limpieza como enfermeras, contrataba ginecólogos sin titulación y prescindía de anestesistas para ahorrar costes.