Reseña - por Pilar Alonso. Publicada originalmente en www.ciberanika.com
Plaza&Janés, Octubre 2010
Género: Novela
512 páginas
Alguien ha disparado a John Winston, líder del grupo The Walrus, la banda de rock más importante del momento. Con él parece cumplirse la maldición de músicos famosos fallecidos a la edad de 27 años: Jim Morrison, Janis Joplin, Jimi Hendrix, Kurt Cobain…
El inspector Raúl Perdomo será el encargado de investigar su asesinato, pero la tarea se complica cuando Mark David Chapman, el asesino de John Lennon, que aún permanece en prisión, se confiesa autor del crimen.
* * *En sus dos novelas anteriores, La décima sinfonía y El violín del diablo, Joseph Gelinek demostraba su gran conocimiento de la música clásica. En esta ocasión, le toca el turno a algo tan moderno como el rock, y se defiende igual de bien.
El protagonista es el mismo que en sus anteriores entregas: Raúl Perdomo, ahora ascendido a inspector, y su historia personal continúa desarrollándose al margen del caso que le toque investigar. Esa continuidad, ese reencontrarse con un personaje al que ya le habíamos tomado cariño, contribuye a hacer más atractiva si cabe esta novela.
Porque lo cierto es que cuenta con ingredientes muy interesantes, siendo los más relevantes los que tienen que ver con la historia de la música moderna o con las maldiciones y leyendas asociadas a ella. De hecho, la novela se inicia con la escena del asesinato de Lennon, cuyo significado para la trama no tarda en ser desvelado.
Cada capítulo lleva el título de una canción y al final del libro hay una relación de todas ellas que sirve como guía para confeccionar la banda sonora de esta historia. Todas ellas han sido elegidas con gran acierto y revelan el mimo que el autor ha dedicado a su obra.
Anécdotas y curiosidades sobre la música moderna se alternan con el desarrollo de una investigación que toca temas como las mafias del Este o la piratería, y el personaje de Raúl Perdomo vuelve a brillar en una trama bien construida y muy amena.
Joseph Gelinek ha vuelto a dotar a su thriller de esa originalidad que ya le caracteriza, jugando con la música como con un personaje más de la historia. El resultado es una novela absorbente y con mucho ritmo que se lee sin respiro.