Morir en California. Newton Thornburg

Publicado el 11 diciembre 2017 por Revista PrÓtesis @RevistaPROTESIS
Morir en California era morir en un tiempo extrañoChristopher Hook, un joven de 19 años de un pequeño pueblo ganadero de Illinois, aparece muerto al caer de la terraza de una villa en la californiana Santa Barbara. La versión oficial habla de suicidio tras un episodio depresivo por considerarse homosexual. Pero su padre, David Hook, no da crédito a semejante versión e inicia una desesperada cruzada para limpiar la imagen de su hijo, del que él y todos los que le rodeaban tenían una imagen muy distinta.

La novela se articula en varios planos. Por un lado hay una historia de intriga en la que el protagonista deberá enfrentarse a las fuerzas vivas de una ciudad con claves muy distintas a las de su pueblo de Illinois.Por otra parte se nos muestra el doloroso trance por el que pasa el protagonista del que se llega a decir

había otro infierno, más pequeño, que consistía simplemente en que su hijo hubiese muerto ahí, en esa tierra de sol y desesperación. Porque en ese momento comprendió que morir en California era morir no solo en suelo extraño sino en un tiempo extraño, un futuro ignoto, brutal y desalmado que despreciaba tanto como temía
Pero también es la crónica de unos EE.UU. que se encuentran a principios de los años setenta, inmersa en el conflicto vietnamita, y que tras experimentar los floridos años 60, empiezan a vislumbrar algunas de las pesadillas que ese sueño provocará. Y de esta forma confrontará el estilo de la pretendidamente dorada California con las costumbres de la gente del interior del país, confrontando los estilos de su gente joven, dejando un duro alegato contra los progresistas californianos de los que llega a afirmar 

Había algo triste en aquella generación para la que la vida se limitaba cada vez más a aparentar y disfrazarse. «Como no me gusta quién soy ni lo que soy, decido hacerme indio. Y para hacerme indio, cojo y me visto igual que uno.» El único problema de esa nueva tribu era que sus papaítos tenían que ser todos dentistas o corredores de bolsa o fontaneros: alguien lo bastante solvente para pagar las letras de una autocaravana

Esta confrontación entre dos estilos del american way of life, ya apareció en la otra novela que del autor publicó Sajalin, Cutter y Bone, Confrontación entre la dorada California y la terrible región de Ozark, en Missouri. 

Pero esta novela también ofrece el fascinante retrato de un hombre, David Hook, que por un lado no encuentra paz en su desgracia, como le sucedía a Alex Cutter, uno de los protagonistas de la novela citada, y que como el otro protagonista, Richard Bone, vive en una continua contradicción existencial, pues tras haber pasado por la Universidad y la docencia se instala como ganadero, siendo considerado siempre un extraño para todos, y esto nos lo muestra en párrafos como éste: 

Así que, a la práctica, estaba justo en medio de las Escila y Caribdis de la nueva crisis americana: a un lado, la roca de los quemabancos, una generación violentamente en contra de todo lo que representaba, al otro, el remolino que se había formado tres años antes: esa porquería negra que había brotado a chorro del mar como la sangre de un carcinoma rectal, un sistema enfermo terminal. Y lo irónico era que la posición física de Hook, a medio camino entre una y otra, era una buena aproximación a su posición filosófica. Durante mucho tiempo había temido y odiado el poder de las grandes empresas del país; sin embargo, como pequeño empresario, como emprendedor, temía todavía más la perspectiva de una sociedad sujeta a los dictados de unos activistas sociales consagrados a la idea de que todos los hombres debían ser libres de hacer cualquier cosa a su manera. Hook, por tanto, nadaba entre dos aguas y escurría el asunto

Con estos poderosos ingredientes, Thornburg nos regala y nos abruma con una narración densa, violenta, pero a la vez llena de lirismo y de amor por la vida y la lucha que implica el pretender beber hasta el último sorbo de la existencia. Una espléndida novela.

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José María Sánchez Pardo