Un ahorcado aparece en las afueras de Madrid, con los ojos arrancados y un papel con el nombre de una mujer. La guardia civil se hace cargo del caso.
Enésima novela con ínfulas de "bestseller que va a arrasar y del que todo el mundo va a hablar" con un crimen de resolución a priori difícil y puesta en escena inquietante, ambientada en los alrededores rurales de Madrid. La obra intenta, de este modo, subirse al carro de Dolores Redondo y similares, sin lograr no obstante un elemento diferenciador y característico, algo que la distinga del resto de historias del mismo cuño, tanto españolas como extranjeras.
Tratándose de una autora novel se explican (y quizás perdonan) algunos defectos de la narrativa, pero si pensamos que está publicada por Espasa, entonces ya tenemos que hablar de una mala edición del contenido.
La novela sigue la plantilla de una historia de género policial clásica con la aparición del cuerpo, la irrupción del detective (en este caso guardia civil), pistas extrañas, etc... todo lo que ya sabemos, hasta al menos dos tercios de su extensión. Pero llegando al último tercio, lo que era un policial genérico se transforma, por arte de magia, en algo parecido a un thriller, desvelando antes de lo normal al asesino y quitando con eso buena parte de la intriga e interés que pudiera estar suscitando la historia.
Entre los defectos mencionados está la reiteración de información. Se da el caso de frases repetidas, con el mismo contenido, y a distancia de pocas páginas, con lo cual es mucho más evidente (la escena en el cementerio, por ejemplo, cuando Gherardus da el pésame al teniente y cuenta lo que ha recordado, ¡nos lo cuentan dos veces!).
Algo que llama la atención es la gran cantidad de personajes con punto de vista, de los cuales se nos dicen detalles irrelevantes, con mucha prolijidad, excesiva más bien, que rara vez tienen relación con la trama o sirven para hacernos una composición del carácter de los protagonistas. No solo no tienen personalidad, sino que además tampoco evolucionan. Y sus características pocas veces tienen influencia en la historia. Es como si hubieran compuesto una hoja de personaje y en la novela se hubiera volcado todo, sin filtros, pensando que eso construye un personaje (cuando lo hace su forma de actuar y expresarse, sus diálogos, etc).
Ha habido momentos en los que he tenido que mirar hacia atrás para ver quién tenía el punto de vista, ya que va cambiando cada poco, incluso con los menos importantes. Las mayores confusiones ocurren con los policías, que son muchos para mi gusto (un sargento, un capitán y un teniente, creo recordar, algunos de ellos, como el sargento, con una subtrama insulsa y sobrante sobre su novia).
Mención aparte a los personajes femeninos como la doctora psiquiatra que, al final, no hace nada en el sentido dramático y narrativo, y la paciente Sara, que tampoco tiene gran aportación pese a lo que parecía en un principio (yo creía que era la prota). Los continuos cambios de punto de vista no solo me han hecho perder el hilo en alguna ocasión sino que además me han engañado sobre la relevancia de los personajes.
El caso en sí, o la investigación, no es muy lucido ni llamativo, y casi siempre se averiguan cosas mediante escandalosos y descarados deus ex machina, como recuerdos repentinos y casualidades increíbles. Así pues, un policía de los años setenta recuerda de pronto detalles que durante décadas tuvo ocultos (prácticamente dice: "voy a dar un paseo a ver si recuerdo" o algo así, y en efecto, recuerda así). Y el propio teniente protagonista también recuerda de pronto (y cuando conviene a la autora) detalles de su vida que tienen relación con el caso (¡otra casualidad!) de un modo forzado y poco natural. Otros personajes, por el contrario, olvidan también cuando conviene.
Pero sin duda lo peor de todo es el final. Si bien, incluso con los defectos formales, podría funcionar como un policial sencillo, al llegar a los dos tercios se extensión se va todo al garete. Se da un giro y se otorga el punto de vista al asesino nada menos, y ya no hay caso ni investigación ni nada, sino una historia truculenta relacionada con la guerra. La forma como termina, el desenlace, incluye de nuevo una casualidad (lo del globo, arrggg), enfermedades repentinas (esto, en concreto, es muy fuerte, en serio), etc, todo aleatorio y sin gracia narrativa. Y encima habrá segunda parte.
Para no decir todo malo, la redacción es correcta.
En resumen, una novela con pretensiones de bestseller, en la línea de los policiales de moda últimamente, pero sin ninguna de sus virtudes: ni personajes carismáticos, ni entornos paisajísticos a los que se saque partido en la ambientación, ni detectives con ingenio para resolver, con mucha paja y muchas casualidades. No digo que no pueda gustar a alguien. A mí, desde luego, no.
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