Moriré de un cáncer en la columna vertebral
Sucederá en una noche horrible
Clara, caliente, perfumada y sensual.
Moriré de podredumbre
De algunas células poco conocidas.
Moriré por una pierna arrancada
Por una rata gigante salida de un agujero gigante.
Moriré de cien heridas
Porque el cielo caerá sobre mí
Y se romperá igual que el vidrio.
Moriré a causa de un grito
Que hará estallar mis tímpanos.
Moriré por magullamiento
Apaleado a las dos de la madrugada
Por matones calvos, indecisos.
Moriré sin darme cuenta que muero,
Enterrado bajo las ruinas secas
De mil metros de algodón hundido.
Moriré ahogado en aceite sucio,
Pisoteado por bestias indiferentes
Y, poco después, por bestias diferentes.
Moriré desnudo, o vestido de tela roja
O metido en un saco lleno de hojas de afeitar.
Moriré quizá sin haberme puesto
Barniz en las uñas de los dedos de los pies.
Y con las manos llenas de lágrimas.
Y con las manos llenas de lágrimas…
Moriré cuando me despeguen
Los párpados bajo un sol rabioso,
Cuando me digan lentamente
Maldades al oido.
Moriré de ver torturar a niños
Y a hombres asombrados y pálidos.
Moriré roído vivo
Por los gusanos.
Moriré con las manos atadas
bajo una cascada.
Moriré ardiendo en un incendio triste.
Moriré un poco, mucho.
Sin pasión,
pero con interés.
Y luego, cuando todo haya terminado…
Moriré.
Boris Vian