Morriña e saudade

Por Jesús Marcial Grande Gutiérrez
Morriña tengo. Siento nostalgia de las tierras gallegas.  Dos años viví allí. Llegué a los 15 y partí a los 17. Tiempo suficiente para aprender a sentirla, conocerla y amarla. Fueron años preciosos de inquietud y adolescencia. Dos años estudiando en el instituto de Tui. Dos años de amistades y encuentros iniciáticos, de pandillas, de asombro ante el gran instituto, del primer amor platónico, de primeros peligros de mi recién estrenada autonomía. Mil actividades en el internado en que estudiaba: talleres,  cursos de cine, de batería autodidacta, raids nocturnos, excursiones libres de adultos de tres días con sus noches por la costa gallega, campamentos volantes, autogestión del internado (como aquella conocida Ciudad de los Muchachos), periódicos murales, revista escrita trimestral, teatro, deportes... Muchos de mis intereses actuañes brotaron entonces.
Allí fue, allí pasó, meu primeiro amor. Aún oigo las palabras de aquella mociña, hija del hortelano vecino del internado, que se fijó en mí:  "Quéroche moito, meu amor". Luego el tiempo y la vida se ocupó de alejarnos... Yo volví a mi Castilla, reseca y agreste. Ella quedóse entre verdes eucaliptos, prados exuberantes cercados con tapias de piedra granítica y huertos feraces. Yo contuve las lágrimas ante mis ojos secos. Ella chourou con luz bágoas da choiva.
Emprendí aventuras iniciáticas.  Pasé una noche de  o medo ea soidade acampado en la linde de un bosque, enfundado hasta el cuello en mi saco de dormir y agarrando un hacha por si acaso... Aquella noche soñé con bruxas y meigas, con  la Santa Compaña y el lobishome. Mi terror aumentó al amanecer cuando comprobé que había un cementerio a pocos pasos de donde había acampado.
Bebíamos la vida a grandes tragos. Explorábamos estradas, coorredeiras  e camiños de esta tierra sorprendente. Y también los de la vida. Tres días anduvimos de acampada sólos, sin adultos, en medio del mundo lleno de peligros y sorpresas. La primera noche nos visitaron o veniños del pueblo cercano armados con palos. Creían que éramos gitanos acampados...
¡Cómo no recordar aquel campamento volante de 10 días en que non deixou de chover! 10 días de diluvio en que los monitores (hermanos maristas) tuvieron que organizar actividades para 50 muchachos que llenaran las largas horas dentro de un almacén agrícola. No me explico como lo consiguieron, pero acabamos pasándolo muy bien.
Aún recuerda  mi paladar el sabor de las uvas con pan, los dulces caquis y los nísperos recién cogidos del árbol. Muchas tardes merendábamos así. Nos daba un trozo de pan y nos enviaban a las viñas.
¿Qué fue de aquel compañero gallego, Juan Ramiro, poeta y amigo con quién compartí tantas horas, tantos versos, tantas inquietudes...?
Recreo feliz las tardes de piscina, las excursiones por las orillas del Miño, la subida al Monte Aloia, los castros de la Guardia, la playa, el mar...
Y los bosques, lo prados, los pequeños regatos... Galicia: morriña y saudade.
Adiós, ríos; adios, fontes;
adios, regatos pequenos;
adios, vista dos meus ollos:
non sei cando nos veremos.
Miña terra, miña terra,
terra donde me eu criei,
hortiña que quero tanto,
figueiriñas que prantei,
prados, ríos, arboredas,
pinares que move o vento,
paxariños piadores,
casiña do meu contento,
muíño dos castañares,
noites craras de luar,
campaniñas trimbadoras,
da igrexiña do lugar,
amoriñas das silveiras
que eu lle daba ó meu amor,
camiñiños antre o millo,
¡adios, para sempre adios!
¡Adios groria! ¡Adios contento!
¡Deixo a casa onde nacín,
deixo a aldea que conozo
por un mundo que non vin!
Deixo amigos por estraños,
deixo a veiga polo mar,
deixo, en fin, canto ben quero...
¡Quen pudera non deixar!...
Adios, adios, que me vou
herbiñas do camposanto
onde meu pai se enterrou
herbiñas que vin queitando
terriña que nos criou...
xa se oian lonxe moi lonxe
as campanas do pomar
para ai coitadiño nunca mais
han de tocar
xa se oian lonxe moi lonxe
cada bala era un delor
voume soio sin arrimo
miña terra adios adios
adios tamen queridiña
adios para sempre quizais
digoche este adios chorando
dende a beiriña do mar
non me olvides queridiña
si morro de soidas
tantas leguas mar adentro
miña casiña meu lar
Adios rios adios fontes
adios regatos pequenos
adios vista dos meus ollos
non sei cando nos veremos
non sei cando nos veremos
non sei cando nos veremos...
Rosalía de Castro, Cantares Gallegos
Jesús Marcial & Rosalía