Su vida cambia cuando de la noche a la mañana encuentra un trabajo un tanto peculiar: aprendiz de la Muerte. Un trabajo a simple vista sencillo hasta para alguien como Mort, que no parece estar capacitado para nada, poco inteligente, un poco lento y corto de luces y, por si fuera poco, con una anatomía especial, ya que su cuerpo parece estar formado únicamente por codos y rodillas. Sin embargo, la Muerte se empeña en enseñarle el trabajo: liberar almas de su envoltura carnal. Nada de teoría, todo práctica. La Muerte pronto le coge el gustillo a eso de tener un ayudante y cada vez delega más en Mort. Mientras ella recorre el Mundodisco intentando ser más humana, Mort deberá hacerse cargo del trabajo. Pero no estará solo. Contará con la ayuda de Binky, el mágico y volador caballo de la Muerte; Ysabell, la hija adoptiva de la Muerte; Albert, su cocinero, y Buencorte, un hechicero. En uno de sus primeros trabajos, liberar el alma de Keli, una joven y atractiva princesa, Mort, por su cuenta y riesgo, decide liberar el alma del asesino de la princesa en lugar de la de ella, salvándola así de la Muerte, o eso es al menos lo que él piensa. Sin embargo, Mort interfiere de este modo en los designios del Destino, provocando un desaguisado en el Mundodisco. Ha creado dos realidades paralelas, una dentro de la otra, pero completamente distintas y opuestas. Y ahora Mort, Ysabell, Albert, Buencorte y Keli deberán, cada uno a su manera, encontrar el modo de arreglar el chandrío y hacer que todo vuelva a su sitio y el Mundodisco a la normalidad. Lo que más me ha gustado del libro ha sido que me ha resultado más pausado, más tranquilo, más sosegado, menos trepidante, frenético y loco que los tres anteriores, en los que tal vez había demasiados personajes, demasiada acción, demasiado ritmo. Sin embargo, a pesar de todo esto, Mort me ha resultado igual de completo e intenso que los otros tres libros. También me ha gustado mucho la ambientación, especialmente la casa de la Muerte, donde junto a ella conviven Ysabell, Albert y ahora también Mort. Y, por supuesto, me ha fascinado una vez más el personaje de la Muerte, aunque no lo puedo evitar, me sigue chirriando mucho que sea un hombre en vez de una mujer. Hombre o mujer, me encanta este personaje, su carácter, su comportamiento, su forma de ver el mundo, sus reflexiones sobre la vida, la muerte, la justicia... Y, cómo no, sus frases lapidarias, su cinismo, su ironía, su humor negro, macabro, mordaz. Otro aspecto del libro que me ha sorprendido agradablemente es la evolución, el crecimiento, el cambio experimentado por los personajes. Todos maduran, crecen, cambian. Probablemente por eso los que al principio me resultaban repelentes, como Ysabell o Keli, al final me acaban pareciendo simpáticos, y los que al principio me caían bien, como Albert, terminan cayéndome gordos. Otros, por el contrarario, como la Muerte, Buencorte o Mort, me caen estupendamente bien desde el principio y hasta el final. Con humor, con ironía, con inteligencia, con locura, Mort nos demuestra que, si te lo propones, cualquiera es capaz de conseguir todo lo que desee. Todos somos capaces de cualquier cosa, de lo mejor y de lo peor, con un poco de decisión, hasta el muchacho, perdón, Mort.
Su vida cambia cuando de la noche a la mañana encuentra un trabajo un tanto peculiar: aprendiz de la Muerte. Un trabajo a simple vista sencillo hasta para alguien como Mort, que no parece estar capacitado para nada, poco inteligente, un poco lento y corto de luces y, por si fuera poco, con una anatomía especial, ya que su cuerpo parece estar formado únicamente por codos y rodillas. Sin embargo, la Muerte se empeña en enseñarle el trabajo: liberar almas de su envoltura carnal. Nada de teoría, todo práctica. La Muerte pronto le coge el gustillo a eso de tener un ayudante y cada vez delega más en Mort. Mientras ella recorre el Mundodisco intentando ser más humana, Mort deberá hacerse cargo del trabajo. Pero no estará solo. Contará con la ayuda de Binky, el mágico y volador caballo de la Muerte; Ysabell, la hija adoptiva de la Muerte; Albert, su cocinero, y Buencorte, un hechicero. En uno de sus primeros trabajos, liberar el alma de Keli, una joven y atractiva princesa, Mort, por su cuenta y riesgo, decide liberar el alma del asesino de la princesa en lugar de la de ella, salvándola así de la Muerte, o eso es al menos lo que él piensa. Sin embargo, Mort interfiere de este modo en los designios del Destino, provocando un desaguisado en el Mundodisco. Ha creado dos realidades paralelas, una dentro de la otra, pero completamente distintas y opuestas. Y ahora Mort, Ysabell, Albert, Buencorte y Keli deberán, cada uno a su manera, encontrar el modo de arreglar el chandrío y hacer que todo vuelva a su sitio y el Mundodisco a la normalidad. Lo que más me ha gustado del libro ha sido que me ha resultado más pausado, más tranquilo, más sosegado, menos trepidante, frenético y loco que los tres anteriores, en los que tal vez había demasiados personajes, demasiada acción, demasiado ritmo. Sin embargo, a pesar de todo esto, Mort me ha resultado igual de completo e intenso que los otros tres libros. También me ha gustado mucho la ambientación, especialmente la casa de la Muerte, donde junto a ella conviven Ysabell, Albert y ahora también Mort. Y, por supuesto, me ha fascinado una vez más el personaje de la Muerte, aunque no lo puedo evitar, me sigue chirriando mucho que sea un hombre en vez de una mujer. Hombre o mujer, me encanta este personaje, su carácter, su comportamiento, su forma de ver el mundo, sus reflexiones sobre la vida, la muerte, la justicia... Y, cómo no, sus frases lapidarias, su cinismo, su ironía, su humor negro, macabro, mordaz. Otro aspecto del libro que me ha sorprendido agradablemente es la evolución, el crecimiento, el cambio experimentado por los personajes. Todos maduran, crecen, cambian. Probablemente por eso los que al principio me resultaban repelentes, como Ysabell o Keli, al final me acaban pareciendo simpáticos, y los que al principio me caían bien, como Albert, terminan cayéndome gordos. Otros, por el contrarario, como la Muerte, Buencorte o Mort, me caen estupendamente bien desde el principio y hasta el final. Con humor, con ironía, con inteligencia, con locura, Mort nos demuestra que, si te lo propones, cualquiera es capaz de conseguir todo lo que desee. Todos somos capaces de cualquier cosa, de lo mejor y de lo peor, con un poco de decisión, hasta el muchacho, perdón, Mort.