Ante el desconocimiento mostrado por Moscón, la constelación decide explicarle qué es una estrella, porque las estrellas, los puntos, como los llama el insecto, no son fruto del helio y del hidrógeno como piensan los científicos. Se trata de algo mucho más complejo y aún más antiguo: hace milenios al ser humano se le ocurrió la descabellada idea de reunir en un inmenso zoo a todos los animales del mundo... Y hasta aquí debo contar.
En la obra, el texto acompaña a las imágenes más que éstas al texto, porque lo que verdaderamente llama la atención, y conquista al lector, es el magnífico 3D.
La idea es fresca, muy original, no tanto por la historia, ya que pasa más desapercibida y podría mejorarse, como por el formato que sorprende y deja boquiabierto a pequeños y a mayores por igual. Basta decir que mi abuela, a sus ochenta y tres años, disfrutó como una niña viendo las imágenes. Ni que decir que todos en casa hacíamos lo mismo: tocar, acercar la cara, mover el libro a un lado y a otro... ¡si alguien nos hubiese estado viendo desde fuera no sé qué pensaría!
En mis estanterías nada más hay un libro de ese estilo y tiene ya muchísimos años sobre sus lomos. Es un álbum-libro de pegatinas de Jurassic Park que coleccionamos mi hermano y yo hace siglos. ¿Entendéis ahora mi entusiasmo?
A diferencia de ese, los dibujos de Moscogonía de las estrellas pueden disfrutarse tanto con gafas como sin ellas. En este sentido, la "pega" que tiene es que el texto no se puede leer con ellas puestas ya que no están éstas hechas para leer, sino para ver, como bien se le "advierte" al lector.
Lo dicho, el 3D está realmente bien conseguido. Es un libro en su totalidad en este formato, desde su portada hasta su contraportada, a diferencia de muchas de las películas de hoy por ejemplo, que no incluyen más que una o dos escenas en las que realmente se aprecia este efecto. Con él, estoy segura, sorprenderéis a más de uno dejándolo con la miel en los labios tras treinta páginas que se pasan, fijo, volando.
Agradecimientos Comanegra