Sigo disfrutando de la música allá donde voy pero comprobar cómo crecen en el amplio sentido de la palabra mis jóvenes amistades es algo que no tiene palabras. Alegría, orgullo, admiración por las familias que siempre están apoyando, sacrificándose, dando a sus hijos la mejor formación posible y compartir momentos como el de este primer martes de abril. Las sociedades filarmónicas siempre son la plataforma ideal para formar públicos e intérpretes, congratulándome que la centenaria ovetense, a la que tantos años estuve abonado, siga apostando por los jóvenes valores ofreciendo la posibilidad de foguearse, enfrentarse a conciertos de auténtica envergadura y sentir el calor del respetable, esta vez no ya el habitual, que va cumpliendo años, sino el contemporáneo del solista, compañeros y amigos de su generación, valores que tenemos que mantener desde una educación musical que complete la formación integral del individuo, algo que el actual gobierno no quiere o no sabe entender, relegando la "Música" a la categoría de materia optativa, perdiendo horas y considerándola como una materia que distrae. Sin comentarios.
Al violinista Ignacio Rodríguez (Oviedo, 1996) le sigo casi desde sus inicios, los mismos que podemos disfrutar en los vídeos de YouTube© apreciando la impresionante evolución en estos pocos años, formándose continuamente, actualmente cursando los estudios superiores en el CONSMUPA, afrontando repertorios cada vez más difíciles con una madurez interpretativa digna de destacar. Sus maestros han ido tallando un músico internacional con acento ruso: Vasiliev, Dourgarian, Lev, también a Teslya, Zhislin, Lomeiko y Krysa, pero especialmente Boris Belkin, un ruso enamorado de Asturias al que nuestro artista cautivó, viajando a Maastricht o Siena muchos años para ampliar estudios y entrar en la nómina del importante alumnado del genial violinista ruso.