Mostra FIRE!!: Marco Berger y la homosexualidad desdramatizada

Publicado el 17 septiembre 2020 por Enprimerafila
La Mostra FIRE!! dedica este año un Homenaje al director argentino Marco Berger que, a pesar de su juventud, tiene ya tras de sí una importante lista de películas que han sido premiadas en numerosos festivales internacionales. De hecho, el Festival LesGaiCineMad 2019 le dedicó también una Retrospectiva, pero en este caso se completa con el estreno en España de su última película, El cazador (2020), ausente en aquel ciclo. El Homenaje a Marco Berger está compuesto solamente por los tres últimos títulos de su filmografía: Taekwondo (2019), Un rubio (2019) y El cazador (2020), pero se puede completar la obra del director argentino con otras películas que forman parte del catálogo fijo de Filmin, y que nos acercan a sus primeras cintas: Plan B (2009), Ausente (2011) y Mariposa (2015), así que la visión de la obra de Marco Berger puede estar casi completa, aunque exceptuando, lamentablemente, la que quizás sea su mejor película, Hawaii (2015). 

El cine de Marco Berger supone un salto cualitativo importante en la visión de la homosexualidad, que es al mismo tiempo sensual (sus característicos primeros planos que convierten al espectador en una especie de voyeur), y positivista, eliminando los dramas que suelen rodear a las representaciones cinematográficas de la homosexualidad. Desde sus primeras películas, Marco Berger trata el sentimiento gay como algo normal, aunque también como un sentimiento oculto que a veces no resulta fácil de mostrar. En Plan B (2009), por ejemplo, los dos protagonistas viven una relación que está llena de miradas, de roces, de besos robados. Es una historia de amor que avanza lentamente pero que no sabemos nunca si llegará a resolverse. Es Bruno (Manuel Vignau), que no oculta su bisexualidad, el que toma las riendas de esta amistad teñida de sensualidad. Pero cuando surgen las dudas en Pablo (Lucas Ferraro) la relación se tambalea. 
Plan B fue el primer largometraje de Marco Berger, y ya mostraba algunas de las que serían constantes en su estilo visual: los silencios, las miradas furtivas, los diálogos de la cotidianeidad. Si bien al principio parece una película amateur, quizás con cierto desequilibrio formal, el debutante director demuestra a lo largo de toda la película que sabe manejar los encuadres (esos característicos "planos genitales" que se han convertido casi en un sello de autor) y esos sonidos secundarios, que se escuchan lejanos, pero que confluyen en la escena principal. Quizás el tercer vértice de la historia, el personaje femenino, es el que resulta menos consistente, como un nexo de unión entre los protagonistas que no termina de encontrar un espacio adecuado. 

En su segundo largometraje, Marco Berger adopta una posición como director que es radicalmente distinta. Ausente (2011) se centra de nuevo en el dibujo de una relación entre dos hombres, en este caso un adolescente y su profesor, pero lo hace de una forma más intrigante, casi de cine de suspense, subrayado por una banda sonora compuesta por su habitual colaborador Pedro Irusta que resulta excesivamente presente. La historia comienza cuando un joven (Javier de Pietro) que no puede volver a su casa acaba quedándose en el apartamento de su profesor (Carlos Echevarría), produciéndose un juego de seducción, de miradas, de confusiones sentimentales, que está entre lo mejor de la filmografía de Marco Berger. Esa noche en la que no sabemos si finalmente ocurrirá algo, es un ejercicio de suspense sexual espléndido, un primer acto contado con maestría. A partir de ahí se irán desvelando las verdaderas intenciones del adolescente, y las implicaciones que éstas pueden tener en la vida personal y profesional del profesor. Pero también cómo las dudas comienzan a perseguir a este último, en un espléndido trabajo interpretativo de Carlos Echevarría en el que los silencios definen más que las palabras. Quizás el desarrollo es algo desequilibrado y determinadas circunstancias resultan algo forzadas, pero el director, guionista y montador consigue un ejercicio cinematográfico sutil y lleno de sensualidad prohibida que está entre lo mejor de su filmografía. 

Es, sin embargo, con Hawaii (2013) cuando llega la etapa de madurez de Marco Berger como narrador. En cierta manera, Hawaii es una relectura de Plan B, pero en un sentido más adulto. Aquí, en un comienzo que parece tomado de un western, con la llegada de un desconocido a una zona de chalets que fue el lugar de su infancia, los dos protagonistas se encuentran de forma fortuita y establecen una relación, anclada en su amistad infantil, que irá desarrollándose lentamente por el camino de la seducción y del deseo. El seductor es Eugenio (de nuevo Manuel Vignau, como en Plan B (2009)), mientras que el objeto de deseo es Martín (Mateo Chiarino), el joven recién llegado. Pero en el cine de Marco Berger nunca está del todo claro quién seduce y quién es seducido, por lo que esta línea permanece difusa a lo largo de toda la historia. 
En este película el director establece ya su lenguaje narrativo: los silencios, la música que ahoga los diálogos, los enfoques en la piel de los cuerpos masculinos... Marco Berger comenta: "Me interesa potenciar la exposición del cuerpo masculino, la seducción, el deseo... Esa negación social que hacía parecer que el torso masculino no era sexual. Pero el hombre sin remera, con ese permiso social de mostrarse tanto, las calzonas en la cintura con el vello, la transpiración, son objetos de deseo muy fuertes que en una película se revelan mejor. Algún día me gustaría hacer una película como Pink Narcissus (James Bidgood, 1971), que sea solamente lúdica, que tenga que ver con el deseo puro". En su descripción de este deseo, Hawaii va más allá, porque cuando éste se materializa en una realidad es cuando el protagonista siente un profundo rechazo. Se ha establecido en una especie de construcción de una zona cómoda en la distancia que se vuelve incómoda en la cercanía. Y de alguna manera encontramos la mejor descripción de la pasión y la atracción sexual que se ha hecho en una película. En algunos momentos sobran escenas demasiado explicativas, como la visita del amigo-confidente del protagonista, que es innecesaria y abrupta. Pero Hawaii es la obra más madura de Marco Berger hasta la fecha.  En su siguiente película, el director da un salto adelante en la construcción narrativa, y ofrece una historia que discurre en dos realidades alternativas. Mariposa (2015) juega con el concepto de la vida "en condicional", planteando qué pasaría si hubieran ocurrido dos cosas diferentes: que un bebé fuera abandonado en mitad de un bosque y recogido por una familia; o que este bebé se quedara con su madre. De esta forma, la protagonista, Romina (Ailín Salas) vive dos vidas, pero en ambas se establece una relación con Germán (Javier de Pietro). Lo interesante de la historia es la diferencia que se establece en la aceptación social del amor. En una realidad, es una relación prohibida, mal vista socialmente; en la otra realidad, esta relación es socialmente aceptada pero no por ello menos complicada. Se trata de una propuesta arriesgada que precisamente en ese salto cualitativo encuentra su indefinición, su incapacidad para terminar concretándose en una historia compacta. El mismo Marco Berger siente cierta decepción: "En Mariposa creo que nunca se llegó a lo que pedía el guión, la película se quedó a medio camino. A veces fantaseo con que dentro de muchos años, si puedo crecer con mi carrera, sería la única película de la que yo mismo haría un remake".   
Las tres últimas películas de Marco Berger son las que conforman el homenaje que le dedica la Mostra FIRE!!. Y Taekwondo (Marco Berger, Martín Farina, 2016) se construye en torno a estas obsesiones que ya hemos comentado. En este caso, Germán (Gabriel Epstein) acompaña a un compañero de las clases de taekwondo, Fernando (Lucas Papa) a una casa de campo donde un grupo de chavales pasan unos días. Esta reunión de chicos heterosexuales, masculinos, semidesnudos todo el tiempo por el calor de verano (es quizás la película que más conecta con el universo de otros directores como Lucrecia Martel), se convertirá en un espacio lúdico en el que Gabriel tratará de dilucidar si el deseo sexual que siente por Fernando es correspondido. Podemos decir que aquí la mirada voyeur se desarrolla en su máxima expresión. Hay muchos primeros planos de torsos, de paquetes... Es el estilo Marco Berger desbordado: "Me gusta situar la cámara en un ángulo cero, una especie de plano genital. En Argentina se suele hacer la broma mencionando el "plano Berger", al que también le llaman "plano verga"". Taekwondo es junto a Hawaii la película que mejor desarrolla el tema del deseo en la filmografía del director, y ese universo de masculinidad que describe con eficacia y transparencia. Las conversaciones entre estos jóvenes heterosexuales hacen referencias algo despectivas hacia la homosexualidad, pero al mismo tiempo ellos mismos, consciente o inconscientemente, se comportan de una manera muy epidérmica, muy "metrosexual", casi homoerótica. Los diálogos son ágiles y muy naturales, y el director consigue esa construcción de camaradería que remarca el deseo del protagonista. Marco Berger incluye, al mismo tiempo, algunos toques de ironía, como un plano final que parece más una concesión al deseo del propio espectador. 
Taekwondo es también una película atípica en la filmografía de Marco Berger porque es la única que está co-dirigida con Martín Farina, para el que Berger trabajó como montador en Fullboy (Martín Farina, 2015): "Al principio estábamos preparando una película como Fullboy, improvisada, con una estructura pero sin nada escrito. Pero llegó un momento que me dio miedo, así que escribí un guión con los diálogos el fin de semana anterior al inicio del rodaje. La película la rodé yo, excepto las escenas más lúdicas, como el partido de fútbol, la cancha de tenis o la piscina, que las rodó Martín. Creo que en realidad me sería muy difícil codirigir una película, porque tengo las ideas muy claras, soy muy  inflexible, muy rígido. Me costaría mucho una codirección real.Un rubio (2019) aborda de nuevo el deseo en un entorno reducido, y podemos decir que enfatiza el instrumento narrativo del silencio frente a su siguiente película, que será la que incluya más diálogos de toda su filmografía. El personaje de Gabriel (Gastón Re, que también estaba en Taekwondo) es tímido y apenas habla en toda la película, mientras que su objeto de deseo, Juan (Alfonso Barón) se expresa también con gestos y miradas más que con palabras. Aquí, los personajes tienen ya una vida familiar, el primero con una niña y el segundo con una novia embarazada, pero no pueden resistir la tentación de la atracción mutua. La película transcurre en un pequeño apartamento, un espacio más cerrado, más oscuro y claustrofóbico que la casa de campo veraniega que veíamos en su anterior cinta. Y también es una realidad más claustrofóbica para los protagonistas, que solo se puede desarrollar en esa penumbra que da la ocultación. "Yo quiero una vida normal", dice Juan. "No quiero ser señalado con el dedo". Es una película que quizás repite algunos de los temas que Marco Berger trataba en sus historias anteriores, pero que confluyen de una forma más soterrada. Sin embargo, decíamos que la mirada del director trata de desdramatizar la homosexualidad, por lo que finalmente nos da una conclusión que resulta positiva, optimista, de aceptación plena. 
Marco Berger regresa al universo intrigante del thriller que ya vimos en Ausente (2011) con su última película, El cazador (2020), que la Mostra FIRE!! estrena en España. La historia vuelve a estar protagonizada por adolescentes y aborda un tema complejo, que tiene que ver con la pedofilia. La historia comienza de nuevo con un juego de seducción, el que se establece entre Ezequiel (Juan Pablo Cestaro) y el Mono (Lautaro Rodríguez), que se desarrolla en una relación sexual que poco a poco irá desvelando maquinaciones ocultas. Como en Ausente, la secuencia principal se desarrolla en una casa durante la noche, y éste será el detonante de una situación que acaba siendo incluso peligrosa para el protagonista. En cierto modo, es una de las películas menos eróticas de Marco Berger porque su interés está en otra parte, lo cual hace que su trabajo como director sea más certero, menos tendente a redundar en su narrativa habitual, y más al servicio de una historia que trata una realidad terrible. 
Pero al mismo tiempo esta envoltura de thriller permite a Marco Berger explorar el deseo sexual en la adolescencia, lo que hace que su película sea posiblemente la más compleja y mejor lograda de toda su filmografía (el intento de una narrativa enmarañada no terminó de cuajar en Mariposa). Estamos por tanto ante un director que ya logra apartarse de algunos de sus tics habituales para ir construyendo historias que van más allá, pero sin abandonar el universo de masculinidad homosexual que le caracteriza. Es un director que con El cazador lanza una mirada mucho más amplia, más elaborada, que abarca un mayor espacio narrativo. Y que incluso es capaz de incluir autoreferencias que son guiños a sus espectadores habituales (vemos a Javier de Pietro, el adolescente que seducía al profesor en Ausente, haciendo aquí de profesor de escuela). Pero eso no quiere decir que Marco Berger inicie una etapa en su carrera que lo aleje de su característica mirada homosexual: "A veces muchos directores de cine queer realizan una o dos películas y después son absorbidos por el sistema. Porque ser honesto y coherente con la propia mirada es muy difícil, el mundo te exige otras cosas. A mi me preguntan muchas veces cuándo voy a hacer una película que no sea de temática gay. Y cuanto más me lo preguntan, más respondo: '¡Olvídate!'. Todo lo que voy a hacer en mi vida va a ser gay". 


Taekwondo, Un rubio y El cazador se pueden ver en la sección Mostra FIRE!! de Filmin.Plan B, Ausente y Mariposa se pueden ver en Filmin.La entrevista con Marco Berger se puede ver en YouTube