Motivos para ser perezoso

Por Javier Ribas

En la conferencia a la que asistí el otro día, el orador nos comentó que las personas somos muy cognitiva pero poco conductuales (bueno, esto dijo más o menos),refiriéndose a queconocemos muy bien lo que hay que hacer y cómo, pero que luego no lo ponemos en práctica. Vamos, que nos llamó perezosos y no sin razón. Salvo si la atonía, o el tedio nos viene por enfermedad (¡como por supuesto es mi caso!) será bueno que le demos un par de vueltas al concepto de pereza y pensemos si es una buena compañera de camino. Lo más normal es achacarnos a nuestra fuerza interior la sentencia: “Es que soy un vago”. Una vez establecida esta premisa, todo lo que no hacemos a continuación tiene una justificación perfecta (“Es que soy mu perro”). Es bueno que sepamos que frente a la pereza se encuentra la diligencia (esmero y el cuidado en ejecutar algo). Y esta virtud, como todas, se trabaja. ¿Cómo? Cumpliendo los compromisos, poniendo entusiasmo, y trazándose metas fijas con objetivos asumibles. Hay barreras que nos pueden bloquear el intento de ser diligentes y que deberemos pensar un poco:
  • Falta de beneficio en relación al esfuerzo utilizado.
  • Falta de reconocimiento en el trabajo o actividad realizada.
  • Falta de preparación para realizar la tarea.
  • Falta de motivación.
  • Monotonía laboral.
  • No reconocer los talentos.
  • Que sea una tarea penosa, que cause cualquier trastorno físico o mental, como dolor de espalda, dolor de cabeza o hastío.
(Wikipedia dixit) Si nos reconocemos en alguna circunstancia de este tipo, es que algo tenemos que cambiar. Uno de estos pueden ser los motivos dela inacción, la depresión o incluso la enfermedad. ¡Evitémoslo! ¿Cómo? Ahí van un par de preguntas: ¿Cuándo ha sido la última vez que te has sentido diligente? ¿Qué satisfacción has obtenido?