Título: Capítulo 14
Autor: Luis Guillermo del Corral
Portada: AG Nakamura
Publicado en: Octubre 2017
"¡Último número! La batalla final. Ahora, por fin. El campeón de otro mundo se hallará frente a frente con alguien que debería haber quedado muerto y olvidado... ¿podrá derrotar al mal que es... Birugenia?"
-¡Dynamic Smash! -Battle Hopper se encabritó, alzando la rueda delantera y golpeando al monstruo en el torso. Este cayó atropellado y se alzó de nuevo, sin haber logrado evitar que los héroes salieran en persecución de su amo.
Unas gaseosas llamas carmesíes le envolvieron como un sudario. Sabía cuál iba a ser su fin. Al tiempo que este llegaba, exhaló un bramido proclamando su lealtad hacia el amo que le había abandonado.
La explosión hizo retumbar todo el volumen del túnel con tanta fuerza como brevedad. La moto zigzagueó durante una peligrosa fracción de segundo, pero logró enderezar su rumbo. Sujeto como podía, el Motorista Fantasma examinó la oscuridad de aquel túnel. Las llamas que envolvían su cráneo se agitaron en dirección que contradecía la de su veloz carrera a través del subsuelo de Nueva York.
-Decía la verdad. El subsuelo se está transformando en algo diferente. Malvado. Hay que detenerlo cuanto antes.
-Birugenia será detenido, espíritu de la venganza. Es mi responsabilidad. Tienes mi palabra.
-¿Y cómo es que no lo hiciste en tu mundo? -Su tono de voz hacía que la réplica del Motorista Fantasma sonara más enfadada que sarcástica, si lo último era posible.
-Porque lo mató un enemigo común a ambos.
A sus espaldas se escuchó una estampida bestial. Ladridos, rugidos, un ronco rebuznar... Una cacofónica barahúnda de inhumanos sonidos en persecución de los héroes. Los kaijin de Neo Gorgom avanzaban en desbocada estampida. No tanto en persecución de sus enemigos como en busca de su malvado amo.
Superficie de Nueva York
A pesar de estar acostumbrados a todo tipo de escenas protagonizadas por entes más allá de lo humano, a los ciudadanos de Nueva York aquel tipo de sucesos no dejaban de provocarles una inquietante sorpresa. Suponían una molesta, violenta y en ocasiones destructiva perturbación de su rutina cotidiana.
Aquella, más que ninguna otra, fue la razón de que se apartaran con espanto de la figura con armadura y capa que subía corriendo las escaleras de aquella pequeña estación de metro. Birugenia sabía que el tiempo se le acababa. Aquel cuerpo aunque vigoroso, era mortal.
Tenía que emigrar a otro cuerpo. ¡Al de Kamen Rider Black! Un cuerpo de ciborg, reconstruido, con el poder de la Kingstone para emplearlo como le viniera en gana. ¿Por qué huía como un miserable entonces?
-¡Aquí estoy, Kamen Rider Black! -se giró, empuñando su espada a dos manos-. ¡Hoy haré tuyo mi poder!
La ira por no poder haber recuperado su Biruescudo le consumía. Pero no huiría. No tanto por valor o cansancio de mostrar la espalda a su enemigo, como el saber que aquella era su última oportunidad.
No esperó mucho. Cuando Battle Hopper apareció en la superficie, a los dos héroes les seguía una multitud de aterrados neoyorquinos. Se dispersaron, alejándose de cualquiera que fuera el peligro que había causado aquella reacción.
Apenas alcanzaron la calle, el Motorista Fantasma abandonó la moto de un salto, permaneciendo en guardia ante la escalera que bajaba hasta la estación.
-¡Pelea duro y vence! ¡Que esta vez sea la definitiva! -exclamó el espíritu de la venganza sin volverse.
El campeón de otro mundo no respondió. Había descubierto la presencia de Birugenia en medio de la calzada llena de vehículos vacíos detenidos.
-¡Ya sabes que hacer, Battle Hopper!
La moto respondió frenando la rueda delantera. La parte posterior se levantó disparada y Black aprovechó el impulso para catapultarse hacia Birugenia. Mientras surcaba el aire, una difusa luz roja envolvió su puño derecho, a la altura del hombro.
-¡RIDER PUNCH!
El amo de Neo Gorgom se echó a un lado esquivando el golpe y alzó su espada. Black cayó apoyando una rodilla en la calzada. Su golpe atravesó un coche del techo al suelo, abriendo un diminuto cráter en el asfalto. Encadenó su fallido ataque rodando hacia la izquierda sin detenerse.
El Birusable cortó un gran tajo de la carrocería, dejando un rastro de chispas al hendir el metal del vehículo. Comenzó a moverlo como si ondeara una bandera trazando un ocho tumbado.
-¡JA JA JA JA JA! -El héroe se reía con desdén ante la frustración que mostraba el usurpado rostro de su enemigo-. ¡Sin tu Biruescudo tu poder es inútil, Birugenia!
El líder de Neo Gorgom detuvo sus movimientos al ver que no se producía la descarga del torbellino de energía que deseaba. Con una mirada de odio casi físico, forzó las palabras desde lo más profundo de su repugnancia por aquel a quien se enfrentaba.
-Di tus últimas palabras antes de que tome lo que es mío: ¡Tu poder y tu Kingstone!
No caeré. No ante un malvado como tú, Birugenia. Y aunque así lo hiciera, habrías de enfrentarte tú solo a un mundo que rebosa héroes, campeones y defensores. ¡MIRA!
Varias decenas de metros por delante y detrás, había un extraño cerco: Hombres, mujeres y cosas que no eran ni hombres ni mujeres. Algunos de aquellos peculiares testigos estaban encaramados a las azoteas a ambos lados de la calle. O colgados de las fachadas. Incluso los había en lo alto, volando en círculos.
En uno de los extremos de aquella zona, una alta mujer de piel verde hizo gesto de avanzar para entrometerse en la escena.
-¡Puño de Hierro, quita de en medio! ¡Voy a aplastar a ese imbécil!
-No, Hulka -respondió el artista marcial-. No lo harás. Esta no es tu batalla.
La Amazona Esmeralda sostuvo la mirada del arma viviente hasta que sin saber muy bien porque, cedió.
-De acuerdo. Espero por nuestro bien que tengas razón. ¿Qué hay del cabeza de cerilla?
Aun a la entrada del metro, el Motorista Fantasma permanecía de pie con infernal impasibilidad. A sus pies, un grupo de mutantes de Neo Gorgom yacían amontonados, encogidos y gimiendo sin control. Todos y cada uno de ellos habían sufrido los efectos de la Mirada de Penitencia.
-Sabe cuidar de sí mismo -fue la segura respuesta de Puño de Hierro-. Es uno de los buenos.
Birugenia no respondió a las palabras de su enemigo. Sentía como aquel cuerpo robado era cada vez más incapaz de contener las energías de su espíritu. Sabía que si no vencía entonces, no lo haría nunca ya.
-Era su última oportunidad.
-¡GORGOOOOOM! -Enarbolando su Birusable, cargó, sintiendo como aquel patético, débil y miserable cuerpo mortal comenzaba a desmoronarse por dentro.
Kamen Rider Black corrió a su vez a lo largo del pasillo que formaban los vehículos en la calzada. De un salto se elevó varios metros en el aire y cayó con la pierna derecha por delante.
-¡RIDER KICK! -la sobrehumana fuerza del golpe hizo que Birugenia diera varias vueltas sobre sí mismo. Black cayó con los brazos extendidos y arrodillado a medias al tiempo que a sus espaldas, su enemigo se derrumbaba con una fuerte explosión.
Sancta Sanctorum del Doctor Extraño
-Así que el alma de Birugenia...
-Ha acabado en un lugar que no es un lugar -Asintió el Hechicero Supremo-. Puedes estar tranquilo, Kotaro.
Se hallaban en la misma cámara en la cual apareciera al llegar a aquel universo. Estaba dispuesta de idéntica manera hasta tal punto que Kotaro sintió una perturbadora inquietud. La estancia se hallaba vacía por completo salvo un círculo mágico, rodeando de pebeteros dispuestos sobre su perímetro.
Contra una de las paredes había unas estanterías rebosantes de tomos, rollos, tablillas, planchas y una especie de extraños prismas. A un lado de Kotaro, permanecía Battle Hopper guardando silencio.
-Me hubiera gustado despedirme de Dan-san.
-Tiene propias y graves preocupaciones -respondió el Doctor Extraño-. Y antes de que lo preguntes: Todos los héroes que pudiste ver acudieron llamados por Puño de Hierro. Este mundo está acosado por multitud de peligros. Y defendido en igual medida.
Kotaro asintió eufórico. Era bueno saber algo así. Una nueva pregunta fue respondida por el Hechicero Supremo antes de que le fuera planteada.
-Aparecerás de vuelta en tu mundo, momentos después de que fueras atraído aquí. Tu batalla no será perturbada.
El campeón de otro mundo entró en el círculo mágico seguido por su fiel mentora. Apenas lo hicieron, sus figuras se diluyeron como humo en un huracán rabioso... Tras sus pasos, el héroe dejaba los recuerdos de él en los corazones de quienes habían cruzado sus caminos con el suyo. Y ahí continuarían.
Se había vencido una batalla contra el Mal, pero la guerra continuaba y ninguno de los dos bandos descansaba.
Tierra 011
Inu Kaijin continuaba preguntándose la causa d la extraña desaparición de su enemigo. Había estado a punto de destruirle cuando de repente, había desaparecido sin transición alguna. Tenía que sacar del laboratorio secreto a los científicos secuestrados. Aquella mezcla de mazmorra y laboratorio ya no era segura.
El mutante de aspecto como un sabueso erguido y desnudo, caminó hasta la puerta del edificio que ocultaba las instalaciones empleadas por Lord Shadow Moon en sus planes. Alejada de Tokyo, aquella zona tenía el grado de aislamiento justo que precisaba.
En el instante que abría la puerta se volvió con inhumana celeridad. Su olfato mental y sobrehumano había atrapado un olor que no podría olvidar ni confundir jamás. Alzó las zarpas, escudando sus ojos de la intensa luz carmesí que emanaba de dos focos multifacetados como los de un insecto.
-¡Arg! ¡Morirás! ¡Nada impedirá que Lord Shadow Moon se haga con el poder del Proyecto Solar!
De la dirección de la luz vino el rugido de una moto acelerando con brusquedad y un breve chillido de neumáticos contra la calzada. Kamen Rider Black se agachó sobre el manillar y exclamó dos palabras:
-¡DYNAMIC SMASH!
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